VIDA ETERNA EN EL CONVENTO DE SANTA CLARA

Por: Jose Manuel García Bautista

Uno de los espacios culturales más conocidos de Sevilla, adscrito al ICAS, es el Convento de Santa Clara en el entorno de la Alameda de Hércules. En torno a este magno edificio hay toda una fascinante Historia e historias paranormales.

El edificio se construyó junto a un viejo palacio propiedad del infante don Fadrique de Castilla, hijo del rey santo Fernando III. El conjunto del convento, su edificación, se desarrolló entre los siglos XVI y XVII, quedando integrado dentro del palacio de estilo mudéjar y del que sobrevive la muy simbólica Torre de Don Fabrique. Un edifico muy valorado donde destacan las obras de arte que encontramos en su interior como los retablos menores obra del insigne Juan Martínez Montañés.

Las condiciones en las que se encontraba el edificio exigieron una profunda rehabilitación en el que, como en otros casos, se removió todo su pasado y lo que ello conlleva. Destacable es que se encontraron numerosos restos de lo que se identificó como huesos de religiosas enterradas en el cementerio de la sala De Profundis no pudiéndose reconstruir la misma por consumo del presupuesto. Así los restos datados en fechas más antiguas se depositaron en el Museo Arqueológico de Sevilla, el resto de los huesos fueron a una fosa común…

Hoy es un entorno cultural pero también un lugar donde se manifiesta lo imposible. Los primeros testimonios se registran a principios de 2005 cuando un vigilante pudo observar como en la parte de la balconada del patio trasero paseaba una monja, en una visión claramente quimérica. Rescatando dicho suceso de mis archivos podía leer (textualmente): “fue sobre las dos y media de la tarde, iba al otro ala, dejé a mi izquierda las escaleras y pasé al patio, seguí andando y algo vi moverse en la planta de arriba, miré y vi a una religiosa vestida de blanco, me llamó mucho la atención, que quedé embobado, nada, era imposible. Me tuve que salir fuera a la calle y cuando llegué a casa mi mujer me lo notó en la cara, me dijo: “¿has visto un fantasma?”, y le dije que “algo así”, fue aterrador”.

En las obras de rehabilitación los trabajadores sintieron como alguien lloraba: “era como si alguien se estuviera quejando, se escuchaba muy bien, además en un momento en el que no había nadie trabajando y había un silencio muy extraño. Entonces de la zona que hay abajo, tras los recovecos de la escalera y demás se escuchaba un llanto muy claro. Mi compañero y yo nos quedamos helados”. En otra ocasión, en ese mismo tiempo, un vigilante, por la noche, vio junto a la fuente a una religiosa, a una monja. El hombre impresionado, con el recuerdo entrecortado no se atrevía ni a rememorar aquella experiencia tan impactante. Algo repetía: “aquella monja era un fantasma, y ¿si las monjas son buenas porqué me dio a mi ese susto?”.

En las investigaciones realizadas en el edificio, en diferentes épocas y años, se pudieron conseguir inclusiones muy significativas: el llanto de una persona y lo que parece alguien rezando muy a lo lejos. Igualmente registros de caídas abruptas de temperatura y el activar de detectores de presencia ante la nada. Como hechos más destacado y significativos, no obstante se sigue el estudio en el cultural hoy convento de Santa Clara.

En el convento de Santa Clara también destacaba su cerámica, si bien los vestigios del misterio parecen que habitan por toda la eternidad este lugar encarnado en el fantasma de nuestra inquieta religiosa.