ROMPIERON LA BARRERA DEL TIEMPO

Por: Jose Manuel García Bautista

En muchas ocasiones el misterio llega de muy diferentes formas y no todo ello tiene porqué ser tildado de “paranormal”, se pueden encontrar otras muchas explicaciones que, sin dudas, dentro de nuestra Física Cuántica, podría explicar “convenientemente” un caso o una vivencia inexplicable. No son fantasmas ni hechos espectrales aunque para sus protagonistas podría haber sucedido bajo cualquiera de estas premisas, más bien se trata de viajes en el tiempo, más allá de la realidad y más allá de los límites de la imaginación del ser humano.

En modernas enciclopedias virtuales podemos encontrar la definición de viaje en el tiempo como: “El viaje a través del tiempo es un concepto de desplazamiento hacia delante o atrás en diferentes puntos del tiempo, así como lo hacemos en el espacio. Adicionalmente, algunas interpretaciones de viaje en el tiempo sugieren la posibilidad de viajes entre realidades o universos paralelos”. Pero… ¿Es posible viajar en el tiempo?

Salto en el tiempo a la Andalucía del 1930

En muchas ocasiones me habéis leído historias de fantasmas y casas encantadas, un terreno que causa fascinación, la misma que hace unas décadas tenía el tema OVNI, y es que el misterio también se rige por sus propias modas. En pocas ocasiones he escrito de automóviles fantasmas, en ninguna, si vehículos malditos, por recordar al ‘pequeño bastardo’ de James Dean o el pomposo auto del archiduque que originó la Primera Guerra Mundial.

Pero el misterio no tiene hora, ni un reloj por el que guiar sus incomprensibles actos. El misterio es caprichoso y se manifiesta de diferentes formas. Así, en una carretera secundaria de Andalucía nos encontramos a una familia que, al caer la noche, circulaba por la misma. Conducía Diego, el cabeza de familia, e iba acompañado por su esposa, su suegra y sus hijos -de 4 y 6 años-.

Diego recuerda: “hacía ya frío y llevaba la calefacción puesta, al dejar atrás una de las curvas de la carretera mujer comenzó a decirme que me había equivocado y que aquella carretera era muy rara. Y no le faltaba razón, no sabía dónde estaba. Sólo quería encontrar de nuevo el acceso a la autovía y reorientar nuestro regreso de la forma más rápida posible”. No circulaba a gran velocidad, consciente de la edad de los pasajeros y de su desconocimiento por donde circulaba. Entonces iba a ocurrir algo muy raro.

Nuestro protagonista pensó que no debía pasar mucho tiempo sin ver a otro vehículo o, incluso, a la Guardia Civil, y entonces preguntaría. Fue cuando “a lo lejos vi las luces rojas de otro automóvil, y respiré aliviado, aceleré un poco para acercarme y me sorprendí mucho. ¡Era un vehículo de época! Tipo Ford T o algo así. Entonces les dije a todos que miraran para ver aquel espectáculo. Era blanco y negro, bien cuidado, y circulaba a no más de 60 kms/h. No podía perder el tiempo y lo comencé a adelantar para situarme junto a la ventanilla del conductor y hacerle alguna indicación. Llevaba el habitáculo encendido, emitía mucha luz, y cuando llegué a la altura del volante me di cuenta que no había nadie, no lo pilotaba nadie… Mi mujer me cogió la mano aterrada, frené y me eché a un lado”.

Diego y su familia habían sido testigo de lo que él denomina como ‘coche fantasma’ o, tal vez, habían saltado momentáneamente en el tiempo para estar en la Andalucía de los años 30 del pasado siglo XX.

Nada puede explicarlo, carece de sentido, tal vez porque a este tipo de eventos paranormales no haya que buscarle demasiadas respuestas, sólo aquellas que parten desde lo imposible.