Hoy me permito escribirles de un caso en un edificio que no existe pero que, por cuestiones del “azar”, sigue deparando testimonios y vivencias con lo imposible. Hoy les cuento lo que una persona, que trabajó allí, vivió en lo que fueron jornadas aterradoras.

Nuevas experiencias con lo paranormal en el viejo Saldauto

Saldauto era un concesionario de coches que estaba en la Carretera de Carmona y que hoy ocupan un edifico de viviendas. En su interior se manifestaba lo que decían que era “el fantasma de un niño” y que en diferentes libros he hablado de ello así como en investigaciones.

Hoy quiero que sea un testigo el que nos lo narre todo. Él se llama José y me decía: “Yo entre en Saldauto en 1997 y estuve hasta que cerramos en 2013, año en el que nos trasladamos a Pino Montano). En los años 70 se hicieron obras para ampliar un sótano y se sacaron cuatro ataúdes en tablas de maderas, en principio se pensó que eran los restos de curas pertenecientes al colegio donde tú estuviste [en referencia a los Salesianos de la Santísima Trinidad] ya que el patio trasero de Saldauto, donde se guardaban los coches, veíamos perfectamente el santuario y bloque de pisos.

Bien de experiencias paranormales puedo hablarte infinidad de ellas… No había día que ocurriera algo raro. Yo podría definir a Saldauto como un lugar de buenas y malas energías. Las buenas de ese niño fantasma del que hablaba el guarda pero en realidad creen que era una niña (luego te digo el porqué). Yo trabajaba en la oficina y tanto en oficina, ventas de coches nuevos recambios y taller, todos los compañeros comentaban las cosas raras que allí ocurrían. Escépticos los había y creo que aunque oían y presenciaban lo que nos ocurría creo que, por miedo, volvían la cabeza” aseveraba José.

No obstante me interesé más por sus experiencias, él me decía: “¿Lo que yo viví? En la administración yo me tenía que quedar muchas veces haciendo los cierres contables y eso suponía estar hasta altas horas de la tarde cuadrando y revisando cuentas, allí casi siempre a las 8 de la noche aparecía esta niña y llamaba la atención. En oficina se me encendían los ordenadores de mis compañeras o me apagaban las luces. Las impresoras, que por aquel entonces eran de papel continúo, comenzaban a funcionar solas y en letras ilegibles aparecían textos.

Recuerdo una mañana de sábado que acudí a la oficina a cuadrar unos apuntes, pues cuadrando, de repente, la silla giratoria de compañera Carmen (cajera) comenzó a desplazarse como medio metro y girar, ni que decirte que salí por patas a casa. Otro día hablando con mi compañero de recepción Javier, vimos como una papelera de plástico salía literalmente disparada en la oficina. Pocas broncas teníamos con mi jefe por que en su despacho, el cual cerraba con su llave y no había otra, decía que se encontraba todos sus papeles trastocados”.

La protagonista parecía ser esa niña y de ella hablamos: “La niña fue, por el cúmulo de todas estas cosas, la que me hizo meterme de lleno en estos temas y me compré una grabadora Sony y allí pues realicé mis primeros pinitos. Recogí en la escalera que iba al sótano, donde se guardaban las chapas de recambios (donde los ataúdes), tres psicofonías, una niña que decía perfectamente «abajo enferma», una segunda que decía «peste» y esta era de hombre, y la tercera era « fuera de aquí« también de hombre”.

Los más fuerte que le sucedió a José nos lo confesaba después de mucho tiempo: “A mí en el sótano fue de las cosas más fuertes que me ocurrieron y fue en los últimos días antes de mudarnos, cuando colocando con un compañero cerca de 200 archivadores nos vino esa bajada de temperatura y nos zarandearon las escaleras, yo peso cerca de de 100 kilos pero me zamarrearon como si pesara 30. Salimos pitando al y al día siguiente las estanterías estaban en el suelo y todos archivadores tirados.

En la parte de ventas cualquier vendedor más allá de su hora ni se quedaba y nunca solos por que las puertas de madera que daban al taller se abrían y cerraban, golpeaban y le encendían y apagaban las luces. Tengo que decirte que el parquecito se puso por exigencia de Seat. Había pelotitas de plástico que aparecían siempre en las escaleras para ese sótano donde se vio a la niña. Y donde se escuchaban los pasos de subir y bajar eso era constantemente y siempre al atardecer.

Recuerdo como dos compañeros, uno ya fallecido, y otro en vida salieron un día corriendo por que se le empezaron a abrir puertas y dar golpes en su zona de ventas.

No pocas veces llamaron los vecinos por el perro y las luces que se encontraban encendidas (debido a que se encendían solas). Supongo que los vecinos oirían ruidos y golpes.

En el taller la cosa no era mejor, desaparecían piezas, aparecían las puertas de los coches abiertas. En verano estando yo y otro compañero que era mecánico, escuché como me llamaba a gritos desde su puesto de trabajo, y es algo o alguien estando él en el interior de un coche le subieron el elevador en el que estaba con lo cual se encontró a 3 metros de altura. Manolo otro compi que preparaba los vehículos nuevos le tiraron un cajón con placas de matriculas y tornillos.

Otro día recuerdo estar con el gerente en su despacho y teníamos a un hombre mayor tapando boquetes en el taller y, de repente, se puso a pegar gritos por que en un despiste le desapareció la paleta de alisar. Nadie pudo ser porque estaba solo en el taller. Más tarde apareció en el patio.

En las escaleras a ese sótano yo y otro compañero cogimos al pastor alemán y en mi vida he visto un perro llorar y arañar el suelo como ese animal ese día, a los días el perro se escapó de Saldauto y ya no apareció” narraba.

“Estas son algunas de mis experiencias vividas con mis compañeros pero hay bastantes más ya te digo que Saldauto era digno para ser investigado” concluía.

Fenómenos paranormales en Saldauto, nuevos testimonios y vivencias en un lugar donde habitaba el misterio.