Uno de los fenómenos más impresionantes que se pueden vivir dentro de la experimentación de lo inexplicable es el de la corroboración de datos en función de lo que se obtiene cuando se está en un estudio paranormal. Hoy les hablo de ello y de una sorprendente sesión ouija.

Sorprendente experiencia ouija en el «Barracón del Miedo»

Los hechos ocurrieron en la noche del 15 de junio, decidimos ir al «Barracón de la Muerte» a experimentar y probar nuevos aparatos. Estando allí decidimos hacer una sesión de psicofonías con nuestras grabadoras a la par que colocábamos sensores de movimiento y rem-pod que nos pudieran avisar que se encontraba algo extraño en el lugar.

Acudíamos merced a una información sobre un pasado suicidio en el lugar y ver si podíamos obtener más información sobre ello. Estando allí comprobamos como en la sesión que hacemos de «Spirit» nos daban palabras como «Yo», «muerte», «49», «pulmón», «amor», «prohibido» y todo los dejaba muy despistado en cuanto a lo «deslabazado» de lo que nos indicaba, parecía que no tenía sentido. No obstante decidimos seguir la investigación sabiendo que dentro de un perfil psicofónico todo tiene una explicación, todo es cuestión de saber seguir buscando.

Sesión sorprendente
En un momento determinado se planteó la prueba de una ouija, sería una experta como Inma Infante la que se encargaría de regir ese aspecto. En la comunicación llegaría la sorpresa, preguntamos si era Manuel C. la persona que se comunicaba con nosotros y respondió afirmativamente, en ese momento fue deletreando una a una cada letra y dos fue indicando que murió allí, quitándose la vida, asfixiado, que tenía un tumor a lo que se preguntó si «de pulmón» e indicó que «Sí«.

Le preguntamos por su edad y respondió que «49» (años) y que su condición sexual también había determinado los desengaños de la vida. En suma fue corroborando todo lo que obtuvimos en la sesión psicofónica encajando todas las piezas como si de un puzle se tratara.

A los pocos días llegó la investigación sobre lo sucedió y, la sorpresa, es que todo encajaba como si fuera un guante, datos que se desconocían y que, sin embargo, pusieron de manifiesto que se puede obtener mucha información veraz por sistemas poco ortodoxos, creer o no creer es asunto de cada uno.

La experiencia además se fue complementando con los acertados comentarios y preguntas de Antonio, un amigo que junto a su familia acudió con nosotros y que esa noche tuvo ese fino instinto de saber que ir preguntando.

Algo que corroboró la primera historia inicial, aquella que no nos decía nada pero que luego se llenó de significado para sorpresa de todos.

Fue una noche en la que hubo una apreciable cantidad de fenómenos, pisadas que se escuchaban en aquellos desvencijados pasillos, detectores de presencia que saltaban muy cercanos a nosotros o susurros que eran particularmente inquietantes y que no se correspondían con nadie que estuviera allí.

Además de una sombra muy apreciable en una sala que cruzó por delante de nosotros y que, obviamente, no provocaba nadie.

El “Barracón de la Muerte” es un lugar especial, junto con mi compañero Paco –creador de muchos de nuestros aparatos- fui a inspeccionar una sala en la que se podía cortar el aire con un cuchillo, en la que vivimos un momento de “silencio total” que se suele dar en los casos paranormales y en el que nos quedamos con la sensación de no estar solos aquella noche en aquel sitio.

Finalmente optamos por marcharnos, finalizada la investigación, donde también tuvimos otro fenómeno curioso: el tiempo transcurrió a mayor velocidad de lo que pensamos, de una visita de dos horas se convirtió en una de casi cuatro… ¿Casualidad?