VISIONES IMPOSIBLES EN LOS REALES ALCÁZARES DE SEVILLA

Por: Jose Manuel García Bautista

Nos desplazamos ahora a los Reales Alcázares de Sevilla para vivir otra de esas historias oficialmente imposibles… Sobre el conjunto de palacios se escribió: “Talubi fue el arquitecto de mi obra, y maestro mayor. Fue venido de Toledo con los demás maestros toledanos, a mi Palacio y atarazana de Sevilla. Yo el rey Nassar, por la gracia de Dios”, corría el año 1181.

Así en el Alcázar tenemos una buena muestra de la arquitectura y arte árabe, una bella muestra del sutil equilibrio entre la Naturaleza y el hombre. Muestra de todo ello son sus esplendidos jardines, sus hermosos salones, sus increíbles patios, el recinto palaciego y el conjunto amurallado que nos refleja la importancia de este edificio a lo largo de su historia.

En el Alcázar se han descrito hechos extraños y, por encima de todo, destaca una vieja leyenda que nos habla la “Sangre del Alcázar”. Una historia que hechiza y que nos habla de una sala concreta de los Reales Alcázares de Sevilla, la llamada Sala de los Azulejos. Allí don Pedro I “El Cruel”, rey, mandó llamar a su hermano Don Fadrique, en una trampa ya que se había enterado que su esposa mantenía relaciones sexuales con su hermanastro. Cuando su hermanastro Don Fadrique se halló frente al rey, hizo que le dispararan una flecha que lo hirió, rematándolo con su daga real. La leyenda cuenta que la sangre de Don Fabrique se derramó sobre el suelo de mármol que estaba bruto y sin pulimentar, así absorbió la sangre como si de una esponja se tratara y dejando manchado para siempre el suelo de aquella sala. Los visitantes pueden contemplar esa mancha, esas últimas gotas de sangre derramadas por el infante.

Otros testigos afirman que, durante su visita a los Reales Alcázares han podido ver a un personaje, vestido con ropas de época por sus jardines, en principio lo han tomado por un actor o un figurante de cualquier rodaje, la sorpresa llega cuando son conscientes que no hay nadie allí y que nadie está grabando nada, ¿quién es entonces?¿Un fantasma o un nuevo salto en el tiempo a la época de los reyes cristianos que ocuparon el palacio?

Relacionan también estos incidentes con el rey Fernando III el Santo, y con él hay otra nueva historia que tiene su epicentro en los Reales Alcázares. Cuenta la Historia más heterodoxa, o la más enraizada leyenda, que la figura de la Virgen de los Reyes de Sevilla vivió un suceso que dejó perplejos a los sevillanos.

La Virgen de los Reyes es la patrona de la Archidiócesis de Sevilla y su figura es tan misteriosa como desconocido su autor. Su figura fue encargada por el propio rey Santo, por Fernando III de Castilla, qué buscó quién la hiciera exactamente igual que la que él soñó con motivo de la Reconquista, en concreto de la plaza de Sevilla.

Cuenta la misma leyenda que fueron unos peregrinos que procedían del Norte y que le hicieron aquella imagen a cambio de cobijo en el Alcázar. El monarca accedió pero, desconfiando, mandó vigilar los aposentos de los mismos. Decían ser artesanos de paso, en las habitaciones no se sentía ningún ruido y enojado el rey mandó entrar para controlar el trabajo de aquellos.
Cuando la guardia entró ya no estaban, al registrar la habitación descubrieron un objeto tapado por una sábana, al tirar de ella surgió la imagen de la Virgen de los Reyes y Fernando III cayó de rodillas mientras se le manifestaban tres ángeles, que él identificó con los peregrinos, que en agradecimiento le entregaron la propiedad de dicha imagen. Aunque posiblemente fue un regalo de su primo el rey de Francia.

La relación del rey Fernando III con la Virgen María está ligada desde su infancia cuando cayó enfermo y su madre llevó a la cabecera de su cama la imagen de la Virgen procedente de un convento de Burgos, entonces -de una manera casi milagrosa- el monarca cobró la salud. Eran mediados del siglo XIII, y en esa época una gripe te podía llevar a la tumba.

Años después aquel prodigio asombró a Fernando III cuando se encontraba a las puertas de Sevilla y sumido en la meditación, y preocupación, de cómo tomar la ciudad se le apareció la Virgen calmándolo y diciéndole que tomaría aquella plaza en manos musulmanas. Aquel rostro jamás se le olvidaría al monarca y fue el rostro precisamente que encargó escultores de Sevilla, con un resultado tan negativo que ninguno pudo dar con el rostro buscado excepto aquellos peregrinos.

Con el tiempo Fernando III murió y su cuerpo fue guardado en un sarcófago en la Catedral de Sevilla, en el altar mayor, bajo la Virgen de los Reyes. Allí llegaría una nueva sorpresa, casi mágica: se descubriría que el rey Santo estaba incorrupto y que de alguna forma había conservado todo el rancio abolengo que su cargo.

Seguimos investigando en su interior, en el interior de este noble edificio, sin molestar a nadie y sin alterar la paz que, desde el otro lado, parece estar reclamando el misterioso fantasma del popularmente llamado Alcázar de Sevilla.