NOCHE DE MIEDO EN EL SANATORIO DE LOS MUERTOS

Por: Jose Manuel García Bautista

Por muchos años que un investigador de lo inexplicable lleve en este mundo de la investigación, siempre hay un momento para el asombro, para la sorpresa, para vivir lo paranormal o, simplemente, lo desconocido.

Fue una noche intensa de investigación, una noche en la que -en una experiencia única- se invitó a una serie de amigos y curiosos del misterio a acompañarnos a un edificio encantado. En concreto el lugar elegido para la experiencia fue el denominado Hospital o Sanatorio de los Muertos. Un lugar que era el complejo hospitalario de San Pablo y que dejó de funcionar como tal en la década de los 70 del pasado siglo XX en virtud del nuevo complejo hospitalario Virgen de La Macarena. Hoy día el tiempo ha tomado posesión de aquel lugar y sólo es una sombra de lo que fue.

Es curioso porque en una noche de investigación sin precedentes comenzó una experiencia diferente. Repartidos por diferentes edificios los testigos comenzaron a vivir fenómenos difíciles de explicar, fenómenos que iban más allá de lo racional y lo explicable…

Nuestra primera testigo, Fátima Reinoso, en el Hospital, comenzó a sentir como algo los rodeaba, los envolvía, como algo los tocaba, un algo invisible, incómodo, pesado, tenso, y como una acompañante se comenzó a sentir mal. Decidieron abandonar el lugar y justo cuando salían un siseo comenzó a llamarlos de forma insistente, como aquel que reclama su atención porque no quieren que se vayan. Lo más espectacular es la gran cantidad de fotografías que realizó y en las cuales salían misteriosas presencias y siluetas..

Miguel es otro de nuestros testigos que nos llamó al estar viendo en un ala psiquiátrica/urgencias una sombra -o silueta- que se paseaba por la zona alta. Al llamarnos acudimos y comprobamos como, efectivamente, algo o alguien estaba allí. Un equipo se desplazó al lugar y constató como allí no había nadie mientras en uno de los pasillos escuchaban una parafonía (psicofonía audible, a grosso modo) que al decir ellos en voz alta “¿quién hay aquí?” contestó “nadie”.

Nuestro siguiente testigo es Juan que sintió como en uno de los pabellones sentía como algo le tocaba y sentía ese contacto frío en sus brazos a la vez que se emplazaba en el mismo sitio donde una silla de ruedas es escucha rechinar. Incluso aquel ente que percibía llegó a provocar un notorio arañazo en el cuello.

La experiencia más fuerte la tuvo Curro, un chico que mientras preguntaba en sesión psicofónica era cogido por el cuello y, sin violencia, una mano invisible comenzaba a ahogarlo.

Un compañero llevaba consigo la “Spirit Box”, una máquina de la que hemos hablado en este mismo medio y que permite una “interactuación psicofónica”. Estando en una zona donde se encontró asesinada a una prostituta comenzó la máquina a decir: “ven”, “por aqui”, mientras guiaba sus pasos junto a la de sus acompañantes. “Bajad”, “aqui”, entonces aquella máquina comenzó a decir “soy yo”, “muerta”, “David” a la vez que eran acompañados por raps y luces extrañas. Una noche compleja, difícil.

A veces el investigador se encuentra con lo imposible, con lo no esperado… Para finalizar aquella silueta volvió a manifestarse frente a nosotros sin que fuera provocado por nadie.

Una niña espectral deambula por el viejo complejo hospitalario, jugando con el visitante, dejando escuchar sus risas infantiles para asombro y pavor del asombrado investigador y curioso del misterio; mientras, en otra estancia un viejo paciente fallecido pasea olvidando que su existencia dejó esta vida hace décadas.

¿Qué sucedió en esta noche de investigación? Posiblemente las manifestaciones espectrales que habitan en el Hospital o Sanatorio de los Muertos estuvieron muy presenta aquella noche en la que la realidad superó, con creces, a la ficción.