LA HISTORIA NEGRA DE LA FERIA DE ABRIL DE SEVILLA
Por: Jose Manuel García Bautista
Cuando el visitante de Sevilla llega a la ciudad en Feria, en abril se dispone a disfrutar de la ciudad efímera, de la ciudad que tiene sólo una semana de vida y que cada momento en ella se vive intensamente. Sin embargo son pocos los que se preguntan que había allí antes de ser el lugar elegido para ubicar la Feria.
Así nos vamos a encontrar historias tan singulares como sorprendentes. La Feria antigua se encontraba en el llamado Prado de San Sebastián, cerca de un entorno llamado el Prado de Espantaperros y que, hoy, es ocupado por la Diputación de Sevilla. Pero ese marco tiene un negro pasado.
Su emplazamiento del Prado de San Sebastián era el de unos parajes abandonados, a los que nadie quería acercarse por que en él se decía que lo habitaba la muerte quizás por ser este un lugar donde en otros tiempos se encontraban el cementerio del Prado de San Sebastián y el cementerio de los Pobres, en el se contaban historias de apariciones y aparecidos, además de ese evocador y lúgubre recuerdo del lugar había una nueva objeción. El lugar al cual se accedía lo llamaban el Paseo del Luto y el propio José María Blanco White (Crespo) en sus Cartas de España hablaba de otro triste incidente que él vivió allí.
El lugar era el habitual quemadero en la ciudad de la Santa Inquisición para todo aquel que era condenado a la hoguera por herejía o cualquier otro pecado contra la fe. Un lugar ciertamente que ponía los pelos de punta a todo aquel que lo visitaba, así Blanco White estuvo presente en la quema de la bruja María Dolores Caro siendo aun un niño.
El nuevo emplazamiento de la Feria, en Tablada, en el barrio de los Remedios, donde está el Real, no le va a la zaga. Era otro de los quemaderos de la Inquisición en Sevilla, lugar habitual de ajusticiamientos pues se hacía sobre un patíbulo de tablas, de ahí Tablada.
Hoy día donde hay una Feria está el vestigio mudo de la muerte y la desolación, que la alegría ahogue a las penas.