En muchas ocasiones los testigos de encuentros imposibles, dentro del campo de lo paranormal, se niegan a narrar su experiencia por el miedo a ser tildados de “locos” o servir de víctima para unas risas de los compañeros, hasta que la experiencia es tan fuerte que no se pueden silenciar.

Por: Jose Manuel García Bautista
Lo que les voy a narrar es una experiencia contada en primera persona por su protagonista, enfermera de la unidad de Salud Mental de un hospital sevillano –se preserva identidad y nombre del centro hospitalario por petición de confidencialidad de la testigo- y en ella tiene un encuentro que rompió sus esquemas mentales.

Nuestra testigo decía: “Siempre se ha dicho que en el hospital pasan cosas raras, de hecho tengo compañeras que han visto hasta a médicos ya fallecidos por allí, como el caso del doctor Enrique Vila, pero vaya, una nunca presta atención a este tipo de comentarios porque entonces no se trabaja y menos en el turno de noche que es cuando más te puede afectar, por los horarios cambiados y la falta de descanso” comenzaba diciendo.

“Me recomendó que hablara contigo un compañero, aquí hablar con gerencia es un imposible, sobre todo porque sabemos lo que puede pensar o decir, así que mejor “pasar” aunque sabemos que hay casos de compañeros y compañeras que han pedido hasta el traslado” proseguía mientras jugaba, nerviosa, con una pulsera.

“Mi historia comienza en verano, hacía calor y tenía el turno “indeseable”, así que a pasarlo lo mejor que se pueda. Es un ala compleja, sobre todo por los pacientes que van desde muy calmados, a muy alterados a otros que no sabes ni lo que les pasa. Es difícil y se te cae el alma a los pies ver a algunos de ellos pero… La cosa es que allí hay horas y horas, pero no se está nunca tranquila, siempre hay algo que te altera o será que lo da el sitio”.

“Hubo un momento, en la noche, en el que me llamó la atención un sonido al final del pasillo, como si algo se hubiera abierto solo allí. Miré a la compañera y me dijo “allí no hay nadie, está vacío”. Entonces comencé a andar por el pasillo. Había una paciente en la otra parte que también estaba dando gritos y era una situación tensa, confusa. A medida que me iba a acercando me creció la inquietud dentro, vi la puerta abierta, cuando debía estar cerrada, y miré a mi compañera que estaba atenta, entré en la habitación que tenía la luz encendida, cosa que era anormal también. Fue cuando al darme la vuelta para irme, para enfilar la salida de la habitación, cuando vi, detrás de mí, a una paciente que no logré reconocer, con mala cara, en el camisón típico de aquí, con una sonrisa extraña en la cara y que avanzaba hacia mí. Mira el susto fue impresionante…”

Ante lo que me estaba contando le pregunté: ¿Pero reconociste a la paciente?

-No, no era de las nuestras, además tenía la mirada rara, como de ir muy sedada pero la sonrisa era inquietante, hubo un momento en el que me dejó como paso y salí de allí disparada, cuando iba saliendo la escuché perfectamente que me decía: “No te vayas” casi como un susurro. Y salí, claro yo iba corriendo y mi compañera al verme pues se acercó no saliendo nadie de la habitación. Como pude le señalé y ella fue hacia allá y al entrar me encogí pues creía que le había pasado algo, tardó segundos en salir que se me hicieron eternos pero salió y me dijo: “Cálmate, ¿qué te ha pasado? En la habitación no hay nadie, ¿qué te ha pasado?” y le conté lo que había visto.

-¿Notaste algo en la habitación más allá de esa presencia? Le pregunté.

-Sólo que hacía mucho frío, la sensación de estar dentro de una nevera, mucho frío y sentirme observada al entrar, pero claro, allí yo sabía que no debía haber nadie pero…

-¿Comentaste algo a alguien?

-Si, me dijeron que hablara con una compañera que estaba en el otro turno y que coincidía con ella al salir. Me dijo que ella también había tenido ese tipo de experiencias, que también una madrugada se encontró con la misma presencia allí en ese ala, en psiquiatría, en Salud Mental, y que se llevó el susto de su vida y que prefirió callar aunque lo sabían unas pocas de compañeras. Cuando le conté lo que me pasó se impresionó mucho pues era lo mismo que ella había vivido y que nadie sabía.

¿Cómo sabías de otras historias en el hospital?

-Por saberse, se habla, sabes de amigas a las que le han pasado cosas, te las cuentan directamente o las vives tú. Mira arriba pasan cosas también y hasta los médicos lo saben, si te vas a otros hospitales de Sevilla, algunos cerquita de este, también se saben que pasan cosas, vamos que no es ningún secreto aunque no les gusta a los jefes que se hable de esto.

-Entiendo lo que me dices, ya bastante fastidioso es estar enfermo e ingresado para que encima te digan que hay fantasmas…

-Ya no sólo por eso sino porque en la gestión de muchos de estos todo tiene que ser maravilloso y perfecto y se tapan muchas carencias pero bueno, eso es otra cosa. La verdad es que no les gusta que se hable de estos temas y por eso, temiendo la represión, se silencian.

-¿Y no es peor que se tengan este tipo de experiencia o, peor aún, que las viva un familiar o un paciente?

-Casos ha habido de ello pero nunca se dice nada, imagínate lo que se formaría.

-¿Has vuelto a tener experiencias similares?

-Nunca, sólo ese pero con una tengo suficiente. Estuve fatal un par de días hasta que mi marido me dijo que o me reponía o acabaría mal, así que saque fuerzas de donde pude y seguí.

-¿Y compañeras tuyas han tenido experiencia destacables?

-La más fuerte la de una chica que sintió llamada y fue una habitación y se encontró, sobre el paciente, una especie de silueta luminosa, una especie de ser traslúcido sobre él, fue una sensación terrible por lo que me ha contado, una vez que pregunté a otras por experiencias similares. Pero fue una impresión y hasta se dio de baja, aunque fue mucho antes que mi experiencia. Ella describe esa forma como de “humana” pero luminosa y traslúcida, vamos, algo irreal, un fantasma.

-¿Cómo ha cambiado tu vida desde entonces?

-A mi me ha hecho más miedosa, algo así no se lo deseo a nadie y, segundo, me ha enseñado que hay algo más cuando uno fallece, de lo contrario esa aparición no tendría sentido.

Con esa última reflexión me quedo, tal vez es la que sintetiza mejor lo que supone estar en un lugar encantado y ser partícipe de una experiencia tan extraordinaria vivida por nuestra testigo en el ala de Salud Mental de este hospital sevillano.