EXPEDIENTES X EN ANDALUCIA

Por: Jose Manuel García Bautista

Todas las ciudades de España guardan un secreto, un enigma por resolver, una casa encantada, un lugar aparicionista o un punto caliente para los “No Identificados”, sea como fuere son lugares que, muchas veces, pasan inadvertidos y tiene todo un misterio que mostrarnos, en algunos casos auténticos expedientes X.

Hacemos un viaje por la Comunidad Autónoma de Andalucía para descubrir algunos misterios insondables que, aun hoy, siguen originando situaciones más propias de la ficción que de la indiscutible realidad.

El fantasma del Teatro Cervantes de Almería
Desde que escuche la historia de los fenómenos paranormales no me ha dejado de sorprender por la cantidad de hechos que se concurren y que le confieren un carácter excepcional.
En el Paseo de Almería encontramos una zona de ocio en el que destaca un conjunto de edificios en el que tienen especial relevancia el Círculo Mercantil e Industrial y el Teatro Cervantes.
Es en éste último donde nos vamos a detener, un edificio tradicionalmente encantado que encierra una evocadora historia de fantasmas.
Fue construido en el año del desastre, en 1898 con diseño del arquitecto Enrique López Lluch y que estaba llamado a cubrir las necesidades de la ciudad. Aunque fue en 1921 cuando se produce su inauguración. Un año después llega a la ciudad la afamada compañía teatral Tudela-Monteagudo, entre las obras a interpretar estaba la muy esperada “Santa Isabel de Ceres”. Esperada pues era polémica ya que se trataba unas prostitutas que trabajaban en un burdel contando las aventuras y desventuras de unos hombres viciosos. La obra se centra en la historia de un pintor que se enamora de una de las chicas “de vida alegre” e intenta sacarla de allí. Evidentemente en la España conservadora y católica se consideraba inmoral y se trató de boicotear, aunque ello sólo hizo incrementar el interés y el morbo por presenciarla.
En la promoción que se hizo se llegó a decir que en “Santa Isabel de Ceres” se verían disparos que parecerían reales así como innovaciones sorprendentes en el escenario, y se fechó su estreno para la noche del 21 de enero de 1922.
En aquella compañía estaba al artista local Concepción Robles Pérez, que se trasladó a Madrid para perfeccionar sus dotes interpretativas y regresaba a su tierra natal. Conchita Robles, era bella y de gran talento, siendo un atractivo más de la obra.
Pero también había un lado negativo, Carlos Verdugo era su marido y comandante de la caballería granadina de los Huésares de la muerte, que había llegado a la capital a dar muerte a su esposa motivado por unos celos que originaron unos rumores intensos que afirmaban que ella tenía un romance con uno de los actores, para complicar aún más la situación ella había solicitado la separación matrimonial, la situación era insostenible.
Carlos Verdugo ya había maltratado, en alguna ocasión, a Conchita, y ella tenía miedo pues también había intentado matarla. Con esa preocupación se avisó a los empleados del teatro por si se le veía en las representaciones. Pero el marido logró colarse engañando a un portero haciéndose pasar por un empresario teatral gaditano que quería contratar a Conchita.
Con esa excusa, y después de haber ingerido mucho alcohol, buscó acomodo en la zona más cercana a la salida de emergencia y esperó el inicio de “Santa Isabel de Ceres”. En aquel teatro se dieron cita altas personalidades de Almería y su provincia.
Al escenario compareció Conchita Robles que estaba magnífica. Carlos Verdugo se escondió tras el escenario para encontrarse con Conchita Robles cuando ésta volviese de los camerinos para entrar en la segunda escena. Llevaba una pistola y apuntó a su esposa, ella, presa del pánico, buscó refugio tras el encargado de la cartelería de la obra, Manuel Aguilar, de 16 años, creyendo que no dispararía. Pero el comandante disparó contra Manuel impactando en su pecho. Conchita buscó en su huida el escenario, cubierta de sangre, y se derrumbó en el centro del mismo. Estaba herida de muerte. El público pensó que era parte de la obra levantándose y aplaudiendo creyendo que era una de las sorpresas anunciadas y “de gran realismo”. Manuel salió tras el telón manchado de sangre y gritando “¡los disparos son de verdad!”.
El pánico se apoderó de los asistentes a la obra que trataban de huir mientras un médico accedía al escenario, era José Gómez Campana que con ayuda del director del diario almeriense “El Faro”, Sixto Espinosa, trataron de reanimar a Conchita que agonizaba allí mismo.
Carlos Verdugo colocó su pistola en la cabeza buscando una salida rápida, un suicidio, pero sólo perdió el ojo derecho, debió temblarle el pulso finalmente. Se le apresó y llevó al hospital para posteriormente ser condenado a dos cadenas perpetuas. Años después escribió sobre las razones de aquel terrible asesinato y su obsesión por matar a la que fue su esposa y destacada actriz.
El joven Manuel Aguilar murió seis horas más tarde en el Hospital Provincial abrazado a una cruz.
Al entierro acudieron más de quince mil personas que aún no podían creer lo sucedido. Como pocos podrían creer lo que iba a comenzar a suceder en el magnífico Teatro Cervantes. El investigador Alberto Cerezuela lo narra así: “Un operador de cine, Jesús, se encontraba afeitándose en uno de los cuartos de baño del Teatro (situado a escasos metros del lugar donde cayó muerta Conchita Robles), cuando vio claramente cómo una mujer con un pañuelo en la cabeza, se reflejaba en el espejo. Ese pañuelo volvería a cobrar protagonismo semanas después cuando el propio Jesús estaba sentado en el “gallinero”, esperando la hora de proyectar la película, y pudo ver en una fila de butacas la silueta de una mujer también ataviada con dicho pañuelo. Cuando bajó a preguntar al conserje si éste había dejado entrar a alguien antes de tiempo, la respuesta fue negativa. Jesús volvió sobre sus pasos y allí ya no había nadie. No sería la última vez que Jesús se toparía con la enigmática figura, pues la tuvo situada en el asiento trasero al suyo mientras disfrutaba de una sesión de cine en el mismo lugar. ¡Hasta en una ocasión tuvo el valor, junto con otro compañero, de perseguirla por la zona del proscenio! Pero la mujer se desvaneció en el aire después de haber sido vista por tres operarios del cine”.
Marcelo era un brasileño que vivió muy de cerca esos mismos fenómenos extraños cuando le desaparecían las herramientas, se abrían y cerraban las puertas o vio como el cuadro de sonido se abalanzaba sobre él. Se fue del lugar negándose a trabajar más allí.
Manuel Tripiana es otro de los trabajadores que vivió sus manifestaciones en el Teatro Cervantes. Pudo escuchar susurros, pasos en el piso superior, luces que funcionaban inteligentemente sin que nadie actuara sobre ellas… Incluso, una noche, pidió una señal si había alguien allí y obtuvo como respuesta el movimiento circular de una silla que colgaba de una de las cuerdas situadas entre bambalinas.
Se llegó incluso a ver a una mujer con un pañuelo en la cabeza, como se caracterizaban en la obra “Santa Isabel de Ceres” las actrices.
También, en época reciente, Antonio Asencio, propietario del teatro, vio como caían un bien número de carteles, no le dio importancia hasta que tuvo conocimiento que Manuel Aguilar era la personas encargada de los programas d emano y los carteles.
No finalizan ahí los hechos misteriosos ya que trabajadores como Pepe González, han visto en el teatro a un hombre al que le faltaba un brazo y la parte inferior del cuerpo, vestido de forma elegante y que identifican con Manuel Orozco, antiguo propietario del Teatro Cervantes.
Otros hechos luctuosos sucedidos fue el suicidio de un tramoyista en los años 40 optando por ahorcarse de una de las cuerdas del escenario o de la construcción del edificio en lo que antaño fue un cementerio árabe.
Dicen que el fantasma de Conchita deambula por el edificio, y no sería de extrañar si tenemos en cuenta su trágica muerte.

La misteriosa Casa de los Espejos en Cádiz

En la bella ciudad de Cádiz, la “Tacita de Plata”, nos encontramos historias que cabalgan entre la leyenda y la realidad, historias que han dejado un aura de misterio e intriga en todo aquel que se acerca a ella o las conoce. En la bella ciudad gaditana nos encontramos con historias paranormales tan singulares como la de la Casa Cuna o la Casa del Obispo, sin exceptuar el misterio que entraña la explosión de Cádiz de 1947.
Pero en Cádiz también encontramos otra historia que no puede menos que sobrecogernos. Esa historia no dice que cerca de la Alameda, frente al monumento del marqués de Comillas junto al mar, podemos encontrar una antigua casa abandonada de la cual cuentan que está encantada. La llaman “La casa de los espejos” y se cuenta que en ella vivió un capitán de barco con su esposa y su hija; la hija le pedía a su padre que cada vez que volviese de algún viaje este le trajese un espejo.
El tiempo pasaba y aquella niña se convertía, poco a poco, en una mujer, una mujer bellísima y una hija ejemplar. Su padre sentía adoración por ella y seguía con aquella costumbre de años de regalarle un espejo allá donde viajara, allá donde navegara en el mundo.
La madre comenzó a sentir celos de la joven, tanto que creía que su marido ya no la amaba y que ese amor lo tenía todo la figura de su hija… En ausencia del marino las discusiones entre ambas no cesaban y un mal día se le ocurrió acabar con todos sus problemas: envenenaría a la joven.
Al cabo de unos meses el marino llegó a casa y su esposa, entre lágrimas, le narró la amarga experiencia de la extraña enfermedad que había contraído la joven y que había acabado con su vida… Una enfermedad muy grave contra la que nada pudieron hacer. El hombre lloró con amargura la muerte de su hija y una noche, mirando uno de tantos espejos traídos de lejanos lugares contempló una imagen que le aterró: vio como la madre envenenaba a la joven y esta moría. Entendió la verdad de lo sucedido.
La asesina fue encarcelada tras confesar muriendo en presidio; el amargado marino tomó su barco y desapareció para no volver jamás a la llamada Casa de los Espejos, una casa que, dicen, está encantada y deshabitada.
Los que hablan de fantasmas en su interior narran misteriosos relatos en los que se escuchan pisadas y llantos en el piso superior, en una zona donde se encontraba la habitación de la joven y cuyas paredes están cubiertas de espejos fruto del amor de su padre, dicen que, a veces, esos espejos reflejan una realidad ocurrida hace años y que tuvo como trágica consecuencia la muerte de aquella hermosa joven a manos de su celosa madre.

La casa de las brujas de Córdoba

Se encuentra en el número 4 de la calle Padre Miguel Molina antes llamada de la taquilla cuya historia es curiosa es esas que a uno le estremece y que, sin duda, hace que pensemos si tras las leyendas e historias de antiguas brujas se esconde algo más.
Nos ubicamos en la localidad cordobesa de Montilla, allí vivían “Las Camachas”, una casa que era es conocida como tal y que tenía en Leonor Rodríguez a su protagonista.
Nacida en el año 1582 fruto del matrimonio de Alonso Ruiz Agudo y Elvira García, recibía el nombre y el primer apellido de su abuelo García Camacho. Comenzó a forjarse ya fama de hechicera, de una mujer que estaba en contacto con aquella parte más esotérica y más misteriosa, tal vez la que más inquietaba a sus vecinos.
Comenzaron a tenerle miedo y es que ya con sólo cinco años, cuando se marcha a Granada, tenía la vitola de ser “especial”. En la ciudad de la Alhambra perfecciona el arte secreto que escondía y aprende a hacer los ungüentos de la brujería.
Leonor está preparada y comienza a visitar otros puntos de la Península Ibérica en los que también se perfeccionó y estuvo en contacto con otras personas. Su conocimiento creció pero también crecía su fortuna ya que eran muchas las personas que le encargaban trabajos en contra de otros vecinos.
Necesitaba ayuda y comenzó a “dar clases” a alumnos, contaba con una habitación repleta de utensilios de cocina, animales, vasijas, todo para hacer los rituales de brujería que llevaba a cabo. Aceptó a dos chicas que tuvieron tal simbiosis con Leonor que se hicieron llama “Las Camachas” y que causaban mucho temor en Montilla.
Pero la situación era insostenible y los padres jesuitas la denunciaron a la Inquisición. Los vecinos más temerosos fueron a testificar contra ella con el oscuro deseo que la encarcelaran y quedar libres de sus sortilegios.
Leonor fue condenada en 1572, sus bienes embargados, impuesta una multa de cincuenta mil maravedíes y un destierro de 10 años de duración, fue azotada delante de todo el pueblo y juró gritando venganza contra quienes la habían acusado añadiendo que nadie podría jamás vivir en su casa tomada y habitada por demonios pese a que ella negó las acusaciones que le señalaron como bruja.
Falleció en el año 1585 a la edad de 53 años, en su casa muchos no pudieron llegar a vivir porque decían que percibían la negatividad, la oscuridad.
La vieja casa del siglo XVI fue restaurada y hoy puede ser visitada para contemplar su patio andaluz con un pozo en el centro junto a las muchas macetas que decoran las paredes. Hay un lugar temido: su sótano, allá donde dicen que estaban guardados los secretos rituales de “Las Camachas”, rituales de brujería y hechicería.
Su fama fue inmortalizada por Miguel de Cervantes quien en su obra “El Coloquio de los perros” narra la historia de la bruja más famosa de Montilla.

Misterios del Sacromonte en Granada

Controlando toda la ciudad de Granada se encuentra el Sacromonte, conocido antes como el Monte Sacro de Valparaíso, un lugar cargado de magia, un monte sagrado se comenzó a forjar su leyenda con un acontecimiento que ha levantado pasiones y enigmas.
Sucedió en el año 1595 cuando se descubre un manuscrito con unos caracteres árabes arcaicos, con dibujos de estrellas de seis puntas y algunos otros símbolos que estaban labrados en láminas de plomo y que se conoce como “libros plúmbeos”.
Este libro es el curioso resultado de un engaño orquestado para conseguir la sincronización de dos religiones, dos religiones que habían luchado por algo más que la fe en tierras españolas y granadinas. Así lo piensa el profesor Darío Cabanelas que considera que contiene profecías y milagros, en un intento en el que se trataba de aunar las religiones cristianas y musulmana como una nueva tendencia dentro del pueblo granadino. Y tenía mucho lógica pues los árabes que necesitan ser aceptados por una parte y conseguir poco a poco integrarse dentro de la Reconquista y por otra parte estaban aquellos que tenían una tradición no cristiana y que de alguna forma se acercaban a estas creencias. Los musulmanes tenían como punto de conflicto el culto que los cristianos hacen a las imágenes y las reliquias.
En el “libro plúmbeos” se narraban temas muy curiosos un gran componente profético, así se daba cuenta de la historia de ciertos discípulos de Santiago, santos varones cristianos, y del martirio que en ese mismo monte tuvieron por parte de los romanos en tiempos del emperador Nerón. En ello todo era, aparentemente, inédito y conciliador. Los que tenían acceso a su contenido pensaban que era un vuelco religioso difícil de aceptar.
Igualmente en el Sacromonte, en fechas remotas, habría tenido su ubicación un templo dedicado a Apolo y en tiempos cristianos se hacían diversas romerías que iban llenando cruces los caminos escarpados. Esto tuvo una gran incidencia y todo se apoyaba en la creencia en ese “libro plúmbeo” en el que en los granadinos creían. Así las autoridades prohibieron todo lo que eran las peregrinaciones con antorcha a Sacromonte, a pesar de esta prohibición hubo un periodo de tiempo en el que la autoridad de la Iglesia hablaba de los contenidos de los libros que se encontraron en el Sacromonte e incluso utilizaron los mismos para un caso de exorcismo en el año 1630.
Del lugar dónde fueron rescatados este libro plúmbeo, en las santas cuevas de Sacromonte concretamente, pueden verse otros dos elementos extraños: dos piedras de gran tamaño.
Una es de color negra y otro blanca, cada piedra se dice que tiene un papel según la tradición. La Blanca debe ser besada por aquellos que deseen descasarse y la negra debe ser pesada en el día de San Cecilio -el 1 de febrero- por aquellas jóvenes que quieran casarse. Así pues toda una tradición curiosa y mistérica.

Huelva: William Martin, el héroe que nunca existió

Es una historia apasionante… Corría la Segunda Guerra Mundial, la vieja Europa se veía asolada por el azote de un dictador que mantenía en jaque a los guerreros de la libertad, a los enemigos del nazismo. Para desviar la atención del alto mando alemán de las operaciones aliadas en las costas de Sicilia en 1941 se idea la operación “Mincemeat”. Aquella maniobra de distracción fue ideada y organizada por el teniente de navío Ewen Montague tenía por objeto que los adoradores de la esvástica se centraran en otro punto lejos del epicentro de operaciones en el Mediterráneo. Así nace el desafortunado William Martín y el misterio de su tumba en el cementerio de Huelva, la tumba de un hombre que como tal jamás existió…
Y es que William Martín no pasó de ser un cadáver sobre el que se montó toda una identidad, una vida, para luego, un 19 de Abril de 1943, embarcarlo a bordo del submarino “Seraph”, tras un intrigante viaje ese cadáver fue abandonado en aguas gaditanas siendo recogido por un pescador onubense y llevado al puerto de Huelva donde posteriormente fue trasladado al depósito municipal. Dada las motivaciones y la relación estrecha entre el gobierno español de la época y el régimen fascista en Alemania trascendió la llegada del cadáver a suelo patrio, los servicio de espionaje alemanes, británicos y españoles estaban conmocionados por este hallazgo y lo que ello conllevaría…, si bien la sorpresa británica era más fingida que real… Notificada la recuperación del cuerpo la embajada británica solicita en Madrid la devolución de unos importantes, casi “vitales” documentos que el paracaidista portaba: una carta de su novia, monedas británicas, un ticket para el teatro y hasta una carta del gerente del banco, en la cual le comunicaba que el saldo de su cuenta personal estaba en rojo y la documentación de los futuros planes de guerra. Aquello era ya sabido por los miembros del Eje quienes habían analizado dicha documentación que, de forma falsa, indicaba que el teatro de la guerra se iba a producir por otro lugar al que pensaban inicialmente.
Un 13 de Mayo de 1943 fueron entregados, cumpliéndose los plazos esperados, de esta trampa tramada por los aliados… Los miembros del Eje, gracias a la participación del gobierno de Madrid que era oficialmente no beligerante en el conflicto, habían picado este anzuelo de vital importancia en el devenir de la guerra. La reacción alemana tras el estudio de aquellos documentos no se hizo esperar y Hitler junto a su Estado Mayor decide cambiar sus planes de guerra en función de aquella ”milagrosa” documentación que les había llegado… La treta de los aliados había cumplido su objetivo y tal mascarada había llenado de confusión a los miembros del Eje. La guerra siguió su curso, los aliados entraron en el Mediterráneo y Sicilia tuvo un papel destacado en ese teatro de operaciones, los alemanes y los servicios secretos del IIIer. Reich estaban convencidos que costas de Cerdeña y del Peloponeso eran las elegidas para efectuar el desembarco. El papel de Sicilia era simplemente una maniobra de distracción pero de importancia vital en el desarrollo de los planes de guerra, que en realidad encubrirían los planes de invasión que se preparaban con respecto a la isla.
Hitler en virtud de aquella información mandó fortificar las islas de Córcega y Cerdeña un 12 de Mayo de 1943 y envió a uno de sus mejores generales (Erwin Rommel) a Atenas para coordinar la defensa contra la “invasión” aliada retirando divisiones acorazadas de panzers del frente ruso…un nuevo error…
Así el desdichado William Martín encarnó el moribundo papel de un agente enlace entre el estado Mayor inglés y el comandante de las fuerzas aliadas en el norte de África, general Alexander. Aquella documentación aludía a un desembarco aliado por Cerdeña, aquella documentación debía cumpliría su misión y el teniente Montague gracias a la falsa identidad de un ficticio oficial británico, miembro del cuartel general de Operaciones Combinadas logró confundir a todos los estrategas del ejército alemán.
El héroe de aquella acción, el oficial William Martín, tenía una identidad real definida, se trataba del vagabundo galés Glyndwr Michael (Cardiff, 1907, fallecido a causa de una pulmonía), su cuerpo engañó a la Abwehr (inteligencia militar alemana) y salvó miles de vidas humanas de caer en el fragor de la batalla. Desde entonces sobre su tumba no faltan los claveles rojos depositados allí originariamente por un súbdito británico afincado en Huelva llamado Naylor y posteriormente por su familia quienes merecieron la Orden del Imperio (británico) por parte de la reina por mantener vivo el recuerdo y su permanente homenaje a este “paracaidista que nunca existió”.

El Santo Rostro de Jaén

Cuenta la Historia piadosa, en el evangelio apócrifo de Nicodemo, que cuando se produjo la ascensión de Jesucristo hacia el monte Gólgota, donde sería crucificado, una mujer llamada Verónica se acercó a limpiar el sudor y la sangre del Maestro.
Usó un paño de lino y el rostro de Jesús quedó impreso de forma sobrenatural en aquel tejido. Aquel misterioso rostro quedó impresionado en varios rostros pues el lino estaba doblado en varias partes e imprimió por igual las otras partes de la tela. Hoy esos rostros se mantienen guardados, o expuestos, en la basílica del Sacré en París (Francia) o en la basílica de San Pedro en Roma (Italia).
Curiosamente Verónica tiene un significado muy especial: ‘vera’ es verdadero e ‘ico’ es imagen, lo cual significaría: verdadera imagen.
Pues uno de estos santos y milagrosos rostros estaría guardado en la Catedral de Jaén siendo una importante reliquia. Habría llegado a Andalucía gracias a San Eufrasio, uno de los siete varones apostólicos que estuvieron evangelizando España, tras la invasión musulmana se llevó a Asturias donde estuvo escondida hasta que un obispo de Ramiro III quiso ver aquel rostro y al abrir el arca quedó ciego, fue Alfonso VI quién se preparó para ese momento y pudo abrir el arca y contemplar la reliquia, sería con Fernando II cuando regresaría su tierra en el sur, aunque hay otra leyenda que nos dice que fue una donación del obispo de Jaén, en el siglo XIV, Nicolás Biedma.
Existe otra leyenda que nos dice que un obispo de la ciudad, del que no se precisan demasiados datos, escuchó el sonido estruendoso que hacían un grupo de demonios, hablaban del Santo Padre cuyos pecados lo iban a conducir al infierno y allí estaban ellos esperando la llegada del Papa. El obispo asustado viajó a Roma a advertir al pontífice, el problema era viajar hasta la capital italiana.
El ingenioso obispo maquinó un plan: tratar de convencer a uno de los demonios para que lo llevara volando a Roma, para su sorpresa uno de ellos aceptó pidiéndole como recompensan las sobras de la cenas de cada noche del obispo. Así volaron a Roma y advirtió al pontífice que se arrepintió de sus pecados y regresó al redil religioso salvando su alma. En justa gratificación entregó al obispo el tejido con el rostro de Jesús de Nazaret llegando así a la “Capital del Santo Reino”.
El Santo Rostro se guarda en la Catedral de Jaén en un arca de plata dentro de la capilla mayor. Según estudios derivados del tejido no se trata de ninguna pintura sino que es una imagen impresa. Está el tejido adherido a la tabla y enmarca en otro, plata y piedras preciosas, donadas por la duquesa de Montemar en 1814.
La reliquia ha pasado y vivido por otras vicisitudes y una copia la reemplazó en la Guerra Civil española ante el temor que pudiera ser destruida. Si fue robada y trasladada a Francia pero fue recuperada por la gendarmería francesa y devuelta en 1940. Franco la entregó a Leopoldo Eijo Garay quién la regresó a Jaén.
Pontífices como Julio III o Clemente VII concedieron indulgencias a todos aquellos que fueran a rendir culto a la imagen de la Santa Faz en días como, principalmente, la Asunción o el Viernes Santo.

La cripta de la muerte de Málaga

El ser humano siempre ha tenido miedo a la muerte, el no saber qué nos depara una vez que se acaba la vida y preocupación que a ello se suma hacen que sea un momento respetado y temido.
Nadie puede vivir eternamente aunque muchos lo pretendan. Así se han construido monumentos y mausoleos funerarios o entornos religiosos que causan admiración, cementerios como el de París o los diseminados por Londres han pasado a ser casi lugares turísticos.
En Andalucía tenemos uno de ellos, muy desconocido, con una gran carga simbólica y mágica, así lo dispuso el conde de Buenavista, José Guerrero Chavarino, en el año 1691, cuando mandó crear el Santuario de Nuestra Señora de la Victoria en la barriada de Fuente Olletas en la capital malagueña, a ello dedicó buena parte de su fortuna. Bajo el santuario hay una cripta donde descansarían los restos mortales de su señora esposa Antonio Coronado Zapata.
Aquella capilla es extraordinaria que en nada es parecido a lo que habitualmente estamos acostumbrados a ver en cualquier recinto funerario o en cualquier cementerio, porque está llena de figuras siniestras. Figuras qué son terribles e inquietantes que puede ser fruto de la vida pero también a esa dualidad entre lo positivo lo negativo, la vida la muerte, el yin y el yan, lo blanco y lo negro; es el fin y al cabo la incertidumbre, la incertidumbre sobre lo que hay más allá.
El panteón es diferente, mágico, plagado de rincones donde fijar nuestra atención. Es muy angustioso ver las figuras de niños, bebés, entre esqueletos, como si nos avisara que la muerte puede rondarnos y presentarse en cualquier momento. Además relojes de arena, que miden el tiempo, balanzas, cirios, y otros elementos de gran simbolismo como la presencia de espejos. Así en la cripta se presenta al alma humana en sus diferentes estados, de estar cerca de Dios a estar en el Infierno penando por los pecados.
Hay más elementos perturbadores como un niño que es arropado por la muerte, la vida que se aleja de una pareja o el reflejo en un espejo de una calavera, símbolo de lo efímero de la vida: hoy se puede estar vivo pero mañana puede sobrevenir la muerte de la forma más inesperada.
La parca también está en sus paredes, el triunfo de la vida sobre la muerte en las cruces imperantes, la inmortalidad del alma, del aspecto no físico del cuerpo.
Las figuras más cálidas son la de los propios condes, jóvenes, mirándose, arrodillados rezando. Toda la cripta tiene un contenido simbólico tan explícito que es posible que el conde o su constructor tuvieran altos conocimientos en esoterismo y simbología.
Los condes murieron pero su legado, en esta cripta, si se hizo eterno. Es otra forma de alcanzar la inmortalidad.

El singular espectro de la capilla de San Onofre en Sevilla

Las interioridades de la arquitectura sevillana, esconde entre sus paredes, un recorrido desconocido y apasionante. Es la otra realidad de esos edificios y casas admirados por unos y temidos por otros…
Destacaremos que las casas encantadas sevillanas son casi tan antiguas como su propia historia, por ello quizás una de las primeras apariciones espectrales de esta ciudad es recogida históricamente en los anales de nuestra ciudad… Caminar en busca de misterios es sumergirnos en su casco antiguo, lleno de leyendas e historias ocultas, lleno de pasadizos subterráneos que recorren la ciudad en un camino tan misterioso como desconocido…Hay multitud de sitios con misterios y leyendas y caminando por Sevilla llegamos a la Capilla de San Onofre. Ubicada en la céntrica Plaza de San Francisco aún resiste el paso de los años esta pequeña capilla llamada, en ella Sevilla registró uno de los primeros casos de apariciones del que su Historia tiene constancia según la crónica del convento datada en el año 1600.
Antiguamente, siglos atrás, aquel lugar estaba dominado por el convento de San Francisco, de la orden franciscana del cual la Capilla de San Onofre formaba parte. A este convento fue a para cierto día un caballero llamado Juan de Torres que había decidido retirarse a una vida más ordenada y espiritual. En sus ratos libres, cuando la meditación no lo abrumaba, acudía a la iglesia a rezar. Un 2 de Noviembre, día de los Difuntos, vio pasar por el altar camino de la sacristía a un monje de la orden al cual no conocía, el fraile volvió, depositó el cáliz ante el altar, miró a los bancos de la iglesia, suspiró, recogió el cáliz y volvió a entrar en la sacristía de la iglesia… Salió y desapareció…
A Juan de Torres le sorprendió esta circunstancia, sobre todo porque el extraño ritual se repitió varias noches más y aquel fraile jamás decía misa. Consultando su duda ante el prior este le comentó que se comunicara con él y le ofreciera ayudarle en la misa. La noche siguiente se produjo nuevamente este extraño ritual del desconocido fraile y Juan de Torres se dirigió a él:” ¿Quiere su paternidad que le ayude en la misa?” y el fraile sólo respondió:”Leatificat juventutem mea” y prosiguió “Leatificat mortem mea”… Entonces el caballero comprendió que aquel fraile era un fantasma. Cuando dejó de decir la misa se dirigió a su sorprendido ayudante y le dijo:
– Gracias, hermano, por el gran favor que habéis hecho a mi alma. Yo soy fraile de este mismo convento, que por negligencia dejó de oficiar una misa de difuntos que me habían encargado, y habiéndome muerto sin cumplir aquélla obligación, Dios me había condenado a permanecer en el purgatorio hasta que satisficiera mi deuda. Pero nadie hasta ahora me ha querido ayudar a decir misa, aunque he estado viniendo a intentar decirla, durante todos los días de Noviembre, cada año, por espacio de más de un siglo… (Y con estas palabras agradecidas desapareció para siempre)
Curiosa aparición en un lugar mágico y destacado de la Sevilla más universal.
Sevilla es un fluir de historias evocadoras con el añejo aroma que los espectros y fantasmas despiertan tras un misterio tan eterno como universal, el caso de la capilla de San Onofre es el primer fantasma reconocido históricamente en nuestra ciudad.
Expedientes X de Andalucía, historias sacadas de una realidad por ficticia que pudiera parecer y que, sin embargo, mientras termina de leer estas líneas, en algún lugar se está viviendo un suceso inexplicable.

*Lectura recomendada: “Guía de la Andalucía mágica” (Luciérnaga 2016, Jose Manuel García Bautista).