DESPERTANDO FANTASMAS CON LA OUIJA

Por: Jose Manuel García Bautista

Así un grupo sevillano decidió llevar una experiencia de contacto en unos viejos almacenes sevillanos que ya lleva cerrado más de una década. El lugar pasa por ser, hoy día, uno de los más encantados de la ciudad, y debido a ello estos expertos en el juego del tablero dispusieron todo lo necesario para realizar la sesión prevista.

Entraron allí de forma clandestina, ubicaron una serie de velas en una de las plantas superiores y formando un círculo alrededor del lugar que ocuparían. Los cuatros jóvenes (dos chicos y dos chicas) ubicaron el tablero en el centro, sacaron un pequeño vaso de cristal y pusieron sus dedos sobre él. Se concentraron en unos breves instantes y comenzaron las sesión con un tradicional:”¿Hay alguien aquí?”.

El vaso permanecía inmóvil, de nuevo se repitió la fórmula: “¿Hay alguien aquí?” y el vaso de desplazó hasta el “Si” del tablero. En ese momento comenzó un diálogo deletreado con una entidad que dijo ser una persona fallecida en el inmueble y que, muy a su pesar, vagaba allí.

Entonces el tablero comenzó a lanzar mensajes violentos, era “como si otra entidad estuviera allí y hubiera eclipsado al anterior ente”, las velas se apagaron, curiosamente ninguna de las ventanas estaba abierta ni había corriente, y un olor desagradable lo invadió todo.

La chica, que parecía llevar la voz cantante, pidió a sus compañeros que estrecharan sus manos soltando el vaso y pidieran en voz alta: “¡Abandona este lugar!”, y aquel fenómeno cada vez se agudizaba más.

Uno de ellos comenzó a sentir miedo, comenzaron a ver sombras oscuras que se proyectaban sobre las desnudas paredes del edificio, y salió corriendo. Tropezó o lo empujaron y cayó en una especie de trance: “Comenzó a hablar con una voz rara, a decir cosas incomprensible, los ojos nos miraban con violencia y decía ya de forma clara que nos iba a matar a todos. Entonces se levantó y me cogió del cuello mientras comenzó a apretar. Menos mal que mis amigos estaban cerca y lo apartaron mientras lo agarraban. Me asustó mucho”, recordaba aún impresionada la chica.

“A un amigo se le ocurrió darle dos tortas y se desmayó”, cuando el chico volvió en si no recordaba nada mientras aquel fenómeno cesó por completo. Los chicos recogieron todo, velas, vaso, tablero, y salieron corriendo de allí.

“No he pasado más miedo jamás, he hecho más de 200 sesiones de ouija y nunca había pasado nada similar. Aquel lugar está encantado, el edificio está maldito”, decía otro de los jóvenes participantes en la sesión y es que fueron a entrar en un lugar con justificada fama de estar habitado por fantasmas y fuerzas desconocidas.

Desde entonces no quieren ni pasar por la calle donde se alza este viejo y emblemático edificio sevillano que lejos de lo que se pudiera pensar no está deshabitado, en su interior aun moran aquellos que quedaron unidos eternamente al edificio.