En muchas ocasiones el investigador es sorprendido por casos casi desconocidos con importantes implicaciones para la ciudad, el caso del fantasma entre dos mundos es uno de ellos en un conocido colegio de la capital hispalense.

Caso Santa Cruz: un fantasma entre dos mundos

Hace unos años tuve la oportunidad de hablar, tranquilamente, con José María de Mena, el célebre escritor que narrara de las “Leyendas de Sevilla”. Era una Feria de Libro y se interesó por mi trabajo, algo que lo consideré un honor. Fue él quien me dijo: “Yo conocí a Germán de Argumosa, me llamó para unos datos de un caso de Sevilla hace unos años”.

Aquello despertó mi curiosidad y comenzó a narrarme lo que ocurría: “Era en una casa de una familia adinerada de Sevilla, importante, una casa grande de varios pisos donde hoy hay un colegio, entre San Isidoro y el barrio de Santa Cruz” para concretarme los datos.

Y comenzó a contarme los pormenores de esta investigación “a la que fui llamado pero sin yo ser especialista en temas de misterios ni de fantasmas, pero fue muy interesante”.

La investigación de Germán de Argumosa
La causalidad teje sus hilos y no hace una semana accedí, en Ivoox, a escuchar el programa de un amigo, Santiago Vázquez, en el que hablaba del “una fallecida entre dos mundo” (https://www.ivoox.com/una-fallecida-entre-dos-mundos-23-2-2022-audios-mp3_rf_82635690_1.html) y que recordó aquellos apuntes que tenía en mi libreta del caso que me contó José María de Mena.

Santiago Vázquez en el podcast decía lo mismo: “una casa de una familia importante que hoy es un colegio” y abundaba en detalles. El director, de origen británico, estaba en su despacho con la puerta abierta cuando, de repente sintió como surgía una silueta que se convirtió en una mujer, el espectro de una mujer que se desplazaba sin tocar el suelo. El hombre se quedó perplejo.

Se trataba de una casa típica sevillana, con patio, arcos, balconada, antigua. Desde su escritorio veía un rellano y una parte de la escalera, junto a él había un perrito, pequeño, ciego pero tremendamente intuitivo. Aquella forma femenina, vestida de época, se movía con parsimonia y sin interactuar con el entorno, como si no sintiera la presencia del director.

Este quedó impactado por lo que veía, se trataba de una persona escéptica, y creyó que podía tratarse, inicialmente de una alumna, pero la indumentaria le resultaba un elemento “chocante”. En ese rellano comenzó a ver aquella forma y de desplazaba sin tocar el suelo, a unos centímetros de este y sin que se le vieran los pies.

Aquella mujer comenzó a bajar las escaleras y, el perrito comenzó a ponerse nervioso, intranquilo. Aquella mujer, joven, atravesó lentamente, sin prisas, el rellano. Santiago Vázquez relata el caso investigado por Germán de Argumosa en Sevilla precisando que no interactuaba con nadie.

Lo curioso es que la visión se repitió, posteriormente, en varias ocasiones, durante tres años, y teniendo como protagonista al directo que veía como su escepticismo se iba, poco a poco rompiendo.

Un fantasma muy especial y trágico
En la descripción se enfatizaba que aquel espectro iba “un poco por encima del suelo y por las escaleras por un plano inclinado hasta llegar a la planta baja en la que se pierde tras una columna”

De los recuerdos del caso destacaba lo que se calificó como “elemento clave” que fue su indumentaria, de ropas antiguas, de traje antiguo que no lograba identificar la época. “Para eso me llamó Germán de Argumosa y fue cuando, con mis conocimientos, creí que podría tratarse de ropa de principios del siglo XX, de entre el año 1919 y 1920 o así” me refería José María de Mena.

El director contactó con Germán de Argumosa con motivo de unas conferencias impartidas en la ciudad y confesó lo anteriormente expuesto: “era la tercera vez que veía lo mismo” en este caso ubicado entre Santa Cruz y San Isidoro.

Curiosamente se evitó etiquetar de fantasma resolviendo que era un espectro. Pues no hubo ni comunicación con él ni interactuación pese a su aspecto humano, aunque ahí juega también el desconocimiento del testigo y su manifiesta incredulidad hacia estos temas.

El perrito, inquieto, estuvo al lado del dueño, donde solía siempre permanecer, pero aquella visión además guardaba un secreto que resolvía le caso: “surgía de un punto, el rellano, donde antes había otro tramo que daba acceso a una puerta vieja sellada, condenada y que daba a la capilla que la importante familia tenía dentro de la casa”. Como dato añadido cabe decir que la aparición siempre se vio en el mes de enero, como cíclica en el tiempo.

Y es en este punto donde comienza a unirse todo pues investigando en el pasado del edificio se descubre que la familia vivió un episodio trágico al sufrir el suicidio de una de sus hijas en la capilla clavándose un cuchillo en el pecho, era el año 1921.

Como dato añadido indicar que hubo alumnos de este centro que también vieron a la chica espectral y vivieron fenómenos fenómenos paranormales menores de tipo auditivo o de percibir aromas en lo que se llama clariesencia.

Un apasionante caso que se registró en nuestra ciudad y que contó con la participación de estos importantes investigadores –en su rama cada uno- y popularizado por mi amigo Santiago Vázquez a través de “Más Allá de la realidad”. Sevilla siempre será una ciudad con encantos y encantada, ¿quién lo duda?