SIMBOLOGÍA OCULTA DEL JUEGO DE LA OCA

Por: Jose Manuel García Bautista y Ana Garrido

El juego de la oca es otro ejemplo de juego iniciático, tan cargado de significado y simbolismo que aún sigue siendo estudiado y quizá del que más se conoce su vertiente más o menos oculta.

Se dice que su origen está en un juego egipcio llamado Mehent, el Juego de la Serpiente, en el cual el jugador emprendía el camino de la salvación, según unas teorías, o repasaba el calendario lunisolar según otras. Una curiosidad sobre este juego: fue erradicado de Egipto sobre el 2000 a. J.C. nadie sabe realmente por qué, aunque se cree que pudo verse como una ofensa para los dioses. Continuó usándose en otros países como Creta y Chipre y curiosamente volvió a jugarse en Egipto hacia el 700 a. J.C. Sea como fuere, la cuestión es que en cuanto a forma, es la base de la oca: una serpiente enroscada dividida en casillas, cada una con una simbología icónica.

Tal vez nuestros lectores no sepan que la oca era venerada en Egipto, ya que se consideraba el ave de la vida primordial que había puesto el huevo cósmico de donde vino Ra, el sol, la luz de la vida. Tomando ese punto de partida, los intelectuales, letrados y estamperos del occidente medieval transformaron los símbolos del juego egipcio de la serpiente y los sustituyeron por símbolos típicos de la edad media.

El jugador emprende un recorrido que consta de siete ciclos con nueve pruebas cada uno para un total de 63 casillas. Las ilustraciones muestran retos los que nos somete la vida y aunque este sentido se pierde un poco en la mecánica del juego, hay quien lo ha llevado a la realidad. De hecho, si nuestro lector recuerda el concurso televisivo que Emilio Aragón y Lydia Bosch popularizaron en los 90, iba muy en esta línea de las pruebas reales: los concursantes debían realizar afrontar todo tipo de desafíos, a veces bastante desagradables, era la parte escatológica del concurso.

Si, además, ha hecho el Camino de Santiago, es probable que oyera hablar de la relación esotérica entre la peregrinación y dicho juego. Sobre el valor simbólico de las Ocas como animal sagrado se ha escrito mucho y diverso. Diremos que hay 13 en el tablero y ya se sabe que el 13 es un número especial. Las Ocas fueron consideradas desde la antigüedad el paradigma de la sabiduría. Se basaba la creencia en que las Ocas eran las guías sagradas enviadas por los dioses para aconsejar al ser humano a través de sus cantos. Del mismo modo, guiarían al peregrino.

No obstante, estaríamos hablando no del Camino Francés actual, sino del antiguo camino romano, antecedente del medieval y que iba del Cabo de Creus hasta el Cabo Turiñán en el Atlántico. Esta ruta es anterior a la cristinanización y recibía la denominación de “El Camino de Iago”, “Callis Ianus” o “Vía Ianua”. El nombre de Iago, antecedente del de Sant-Iago, es una vulgarización del nombre del dios latino Ianus: el dios de los comienzos y los finales, de las puertas. En ese sentido, volvemos a la concepción de la vida como un camino con un principio y un final, un camino de aprendizaje interior.

Quizá alguien le ha contado a nuestro lector que este juego lo inventaron los Caballeros Templarios y que en él encerraron sus conocimientos. Incluso puede que le contaran en alguna ocasión, que en el tablero se esconden claves cabalísticas e incluso el plano de algún oculto tesoro, si bien los intentos de identificar casillas y lugares geográficos han fracasado por no guardar una métrica identificable que pueda identificar de forma inequívoca las casillas con los lugares a los que corresponden de forma exacta. A menudo, entendemos la palabra tesoro como algo material y en seguida visualizamos grandes montañas de oro al más puro estilo de la película “La Búsqueda”. Sin embargo, tal vez deberíamos plantear ese tesoro como el acceso al conocimiento y en ese sentido, el Camino de Santiago ha sido detalladamente retratado como un camino de búsqueda y encuentro con uno mismo, de autoconocimiento.

Hay quien dice que el juego de la oca a través de los símbolos que lo forman, agrupados en 7 ciclos, todos con su propio significado, puede revelarnos información de utilidad sobre nuestro futuro inmediato y sobre nuestra evolución personal. Cualquiera que sea la opción que se escoja como buena, la idea que subyace es siempre la misma: un viaje a través de la vida, con sus fases positivas y negativas, con momentos en los que es más fácil avanzar (de oca a oca y tiro porque me toca) y momentos en los que un error nos llevará directos a la cárcel en espera de que otro jugador nos rescate. Ni más ni menos que como la vida misma.