¿MILAGRO EN SAN VICENTE?

Por: Jose Manuel García Bautista

En ocasiones nuestras fiestas más populares y tradiciones más arraigadas nos dejan historias que cabalgan, por siempre, entre la leyenda y la realidad. Una de esas historias imposibles tiene mucho que ver con la hermandad de las Penas de San Vicente y con la imagen de su nazareno; un acontecimiento que dejó perplejo a nuestro testigo.

Corría la Semana Santa de Sevilla del 2004 y enfilaba la calle que debía dejarlo en la entrada a su templo. Un devoto, Luis Díaz, rezaba con fervor al Cristo por la salud de su madre y, a esa hora de la noche, en el silencio de aquella calle observó algo que lo dejó sin habla: “El Cristo hubo un momento en el que pareció que giraba un poco la cabeza y me miraba, se me congeló la sangre, se me paró el corazón. No sé si alguien más lo vio o no pero desde luego a mí me quiso decir que algo bueno había pasado. No hice más que llegar a casa cuando teléfono sonó y me comunicaban que mi madre estaba bastante mejor de salud”.

La hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de los Dolores nace en la Parroquia de San Vicente en 1875, para dar culto a una imagen del Señor Caído procedente del convento Casa Grande del Carmen. Tras varios años de dificultades, se reorganiza en 1923 y sale desde el año siguiente en el Lunes Santo. El Cristo se atribuye a Pedro Roldán (XVII) o al círculo de Roldán. El Señor carga con una impresionante cruz de carey y plata, adquirida a la Hermandad de Jesús Nazareno, de Ecija.

Y es una historia más de esa Sevilla heterodoxa que cree en milagros y en hechos inexplicables para asombro de todos.