LOS TRABAJOS DE JULIO CÉSAR… EN SEVILLA

Por: Jose Manuel García Bautista

Fue bajo el dominio de Julio César cuando se comienza a construir la muralla que le daba la vuelta a Sevilla, al principio la ciudad eran cuatro calles que cogían las Cuesta del Rosario, San Isidoro y muy poco más, pero todo ello en la época fenicia. Los romanos la tomaron y decidieron fortificarla, lo primero era agrandar los límites de la ciudad. Los romanos vencieron en la batalla de Munda, vencen a Pompeyo, a sus tropas aquí en el Sur, el 17 de Marzo del año 43 a.C., de aquella batalla se dice que Julio César trajo a Sevilla la cabeza del hijo de Pompeyo, de Gneo, y la expuso en la plaza del Foro que hoy estaría ubicada en la Alfalfa.

En el año 45 a.C., se comienza a construir la muralla, con el llamado “opus caementicium” que era una especie de hormigón o “mortero romano” de una dureza sin igual… Primero cubrió un espacio pequeño para ir abriéndose y abrigando a la ciudad que iba expandiéndose, ocupó la zona de la Catedral, Mateos Gago, la Puerta de la carne, la Puerta Osario, la calle Alhóndiga, la Plaza de Villasís, la calle Cuna y el Salvador para regresar a la Catedral.

Luego vendría una segunda ampliación cuando la Híspalis romana cogió peso tras el emperador Augusto. Y entonces cubrió San Martín, la calle doctor Letamendi, la calle Feria, Resolana, la Macarena que es donde tenemos una mayor parte de ella, la Puerta de Córdoba y la Puerta Osario amén de la zona del Alcázar que debía estar fortificado.

La calle principal en tiempo de los romanos se llamaba “Cardo Máximo”. Aquella calle iba desde la muralla de Mateos Gago hasta la Puerta de la Macarena por Abades, Cabeza del Rey don Pedro, Alhóndiga, calle Bustos Tavera y calle San Luis, todo ellos con sus calles que las cruzaban o “decumanos”, destacan la Cuesta del Rosario, la calle Águilas, San Esteban hasta la Puerta de Carmona. O la calle del Sol por Imagen y Laraña hasta la Puerta de la Muralla en Villasís con la llamada Puerta del Sol.

Luego estaba el “decumano inferior” que iría desde la calle Relator, Fray Diego de Cádiz pasando por la Alameda de Hércules camino de la Puerta de Córdoba con la Puerta de la Macarena, que viene su nombre “Macarena” de “Macarius-ena” o “Propiedad de Macarius”, un romano rico que se llamaba Macario y que era el dueño de aquellos terrenos. Había 166 torres de vigilancia.
Después fueron los árabes los que se encargaron de robustecer las murallas “heredadas” de los romanos, fue el sultán Alí Ibn Yusuf quién modificó el recorrido y lo amplió en función de las necesidades de la ciudad.

En el año 844 los vikingos atacan Sevilla y es el emir Abderramán II el que ordena reconstruir las partes dañadas en el asalto, su sucesor, Abderramán III, en el 913 d.C., ordena destruir las puertas romanas de acceso. En este ir y venir de las murallas es el primer rey del reino Taifa de Sevilla, Abú al-Qasim, el que en el año 1023 d.C., manda levantar de nuevo las murallas con sus trece puertas y seis postigos.

Los tiempos modernos hicieron que en 1868 se derribaran parte de aquellas murallas, quedando hoy día la mayor parte en La Macarena, que son Patrimonio de la Ciudad, allí aún están en pie siete torreones cuadrados y uno octogonal, también en los jardines del Valle y en el Alcázar o los restos en la calle San Fernando que son parte del mismo. Estas murallas fueron las mejores de Europa, nada parecía que se iba poder resistir a la fuerza de esta ciudad que tendría una gran importancia en los siglos venideros… Nada excepto el Tiempo…