LA NIÑA ESPECTRAL DEL GERIÁTRICO DE ALCALÁ

Por: Jose Manuel García Bautista y Jesús García

Cuando estamos en cualquier investigación, uno de los motivos que nos mueven a realizar ciertos experimentos no es sólo la emoción de poder dar respuesta a la eterna y trascendental pregunta que todos, en mayor o menor grado, nos hacemos sobre la continuidad de la vida más allá de esta vida. Dicho motivo radica en las pesquisas sobre los hechos ocurridos en un lugar concreto, sobre todo, cuando son del todo extraños, o nos mantiene en una molesta incertidumbre debido a los posibles acontecimientos que pudieron ocurrir en un pasado. Lo que es indudable, a nuestro criterio, es que ninguna emoción queda sin manifestación; en este caso, son tan importantes y de tal impacto, que se perpetúan en el tiempo, quedando atrapadas junto al protagonista de la misma. ¿Es posible que un hecho traumático quede atrapado en el tiempo junto a la parte energética de quien lo sufrió o causó?

En el caso que nos ocupa, los fenómenos que se mueven dentro de un desvencijado edificio, abandonado a su suerte ya hace unas cuantas décadas, parecen que poco a poco se dejan notar y confiere a cada una de nuestras visitas, un aspecto más en forma de dato que añadir al expediente abierto, a esa investigación que realizamos en cada ocasión que lo visitamos. No es nada agresivo, pero se nota la especial carga negativa de los acontecimientos que posiblemente vivieron sus paredes, como testigos mudos, de tal importancia que dejaron también atrapados a unos seres sin cuerpo, esperando que alguien pueda hilar todo aquello para formar así la historia, dramática quizá, de lo ocurrido allí en un pasado. Veamos los antecedentes y luego procederemos a describir lo vivido en esta pasada jornada, hace pocos días, en una velada que no pasó desapercibida para nadie.

UNOS HECHOS CONOCIDOS POR CASUALIDAD

Bueno. Soy de la opinión mayoritaria ya, que piensa en una frase manida pero con fuerza: “la casualidad no existe. Existe la causalidad”. Y eso parece que se cumple en este caso, en el cual y como ya han comprobado aquellos amigos que siguen estos relatos, las continuas visitas al geriátrico abandonado parecen estar orquestadas por alguien que desea buscar una forma de manifestarse a los que allí nos damos cita. No me desvío del tema.

Nuestra llegada a este sitio surgió una tarde de otoño, todavía con ciertas temperaturas altas, por error. Buscábamos otro emplazamiento diferente para inspeccionarlo ya que nos habían hablado de hechos parapsicológicos de los que fueron testigos jugadores de airsoft. Las indicaciones nos confundieron, y terminamos en un antiguo edificio el cual no teníamos ni idea de su funcionalidad pasada. Pero bueno… no descartamos nada que tenga historia y que pueda pretender usar nuestra característica física para buscar una manera de comunicarse. Dejamos nuestras grabadoras en algunas de las estancias, mientras nos alejábamos un poco, entrando en cada estancia de dicho edificio tratando de averiguar qué era aquello en un pasado que parecía no muy remoto. No nos quedó claro tras casi una hora de visita, así que recuperamos nuestras grabadoras y emprendimos el camino de vuelta.

Parecía una de esas salidas infructuosas, de las que tenemos varias al cabo del año, bien porque el lugar a visitar no tiene manifestación extraña alguna, o bien porque lo oculto tras una casa supuestamente“infestada” de una temible e invisible energía inteligente termina por ser un intento de fraude, por ejemplo, con la única finalidad de engañar a una parte de la familia para intentar no vender la propiedad y quedársela así “de gratis”. Hay de todo en este campo de la investigación parapsicológica. Así que llegamos a nuestros hogares y dejamos apartadas las grabadoras en las mochilas, junto al resto de equipos, preparados para una posible contingencia digna de pasar una de las preciadas noches en vela.

Pero surgió la sorpresa en forma de inclusión psicofónica. Desde entonces, han sido ya casi diez las ocasiones que nuestros pasos se han encaminado hacia este curioso lugar, porque había que esclarecer aquellos llantos contenidos en las grabadoras, y de los cuales no habíamos tenido referencia mientras deambulábamos por las estancias del edificio en cuestión. Entre visita y visita, unas pesquisas para averiguar algo más sobre el pasado del edificio, sobre sus moradores durante el tiempo de actividad, sobre las posibles causas extrañas que podrían provocar esos fenómenos parapsicológicos… El trabajo periodístico, que también es importante a la hora de cotejar y comparar los fenómenos registrados, tratando de encajarlos para dar verosimilitud a los hechos ocurridos dentro del lugar investigado.

Haciendo una recapitulación breve, y siempre en base a los testimonios de personas entrevistadas en la localidad donde se encuentra el recinto, habría dejado de funcionar a finales de los 80 como geriátrico. La descripción y uso de cada una de las estancias ya nos queda claro, tras varias semanas de incertidumbre por unas pequeñas incongruencias en los entrevistados. Pero lo verdaderamente terrible del caso es lo que estas personas manifiestan, no de forma directa, como si algo o alguien les infundiera temor a decir una posible y dolorosa verdad. En este lugar habrían ocurrido una serie de malos tratos de los que serían víctimas algunos ancianos ingresados allí, y que les sería aplicados por el personal destinado a su cuidado, sobre todo, en los turnos de noche. Al parecer habrían denuncias que fueron desestimadas de forma extraña, como si una persona influyente desviara la atención de jueces y abogados, amén de realizar alguna que otra amenaza hacia quienes pretendían alzar la voz un poco más de lo normal, a niveles incómodos.

Pero el edificio, sus invisibles moradores, no quieren dejar este caso sin justicia, al menos quieren que se conozca la historia, y aunque nos van dando pequeñas dosis en cada una de las visitas, son piezas destinadas a completar un incómodo puzzle de dolor e injusticias. Piezas que comenzaron con aquellos llantos lastimeros registrados por nuestras grabadoras, en aquella tarde de otoño, en la que nadie se podía imaginar la importancia que tendría esa “equivocación” de rumbo.

Y vaya si se manifiesta el dolor de lo ocurrido en dicho enclave: como ya ha podido leer en otros artículos sobre este lugar, en varias ocasiones hemos tenido que asistir a personas que se han mostrado incapaces de continuar con la experiencia, víctimas de una extraña “sensación de pena y ahogo”, aun cuando no sabíamos todavía los acontecimientos ocurridos en el pasado, y teníamos sólo como referencia aquel llanto grabado, del cual no comentamos nada por no tener todavía cotejada esa muestra sonora. Acompañantes que han oído cómo “algo invisible” gritaba de dolor, que han sentido una especie de rabia sin explicación aparente, que han grabado llantos y golpes… En definitiva, datos y hechos que dejamos registrados jornada tras jornada, por la voluntad de los moradores invisibles que allí, todavía, se encuentran.

UNA JORNADA CON POCA ACTIVIDAD INICIAL.

O al menos, eso pudiera parecer. Lo que puede ocurrir es que han sido veladas con tantos hechos extraños, que cuando estos parecen más esquivos u ocultos, nos provoca la sensación de ser insuficientes. Por supuesto que nada más lejos de la realidad, como veremos a continuación.

Lo importante es que, en esta ocasión, las personas que nos acompañaron lo hicieron a sabiendas que los experimentos a realizar esa noche tendrían un nivel más, subiríamos en definitiva un escaloncito en busca de una profundidad mayor en lo averiguado hasta este momento. Y aunque el comienzo fue similar a los procedimientos habituales, el final sería algo más extenso y cargado de emotividad. Tres grupos se repartirían por tres puntos importantes del lugar, incluyendo un desvencijado edificio exterior el cual, aunque no guarda relación directa con el complejo, si que ha sido objeto de hechos extraordinarios que nos confundieron en un principio, hasta el punto que lo relacionamos como un edificio más del complejo. No es así, ya que pertenece a la vivienda del antiguo cortijo donde se encuentra el geriátrico, también abandonado y en estado ruinoso.

Y si no forma parte del geriátrico, ¿porqué lo investigamos? Desde la primera jornada destinada a recabar pruebas parapsicológicas, alrededor del mismo se sitúa una extraña silueta opaca, que observa a los que estamos dentro con detalle, como tratando de averiguar tímidamente quién está allí, en lo que parece son sus dominios.

Pues bien. Esa noche tuvimos que dar más detalles sobre lo averiguado hasta el momento, ya que nuestras pretensiones es que los distintos grupos buscaran ciertos detalles específicos en cada uno de sus destinos. La sensibilidad energética es una herramienta más de trabajo en este tipo de investigaciones, y por tanto se han de conocer los detalles para que nuestra mente entre en sintonía con lo que allí se puede encontrar, alimentando más los posibles efectos parapsicológicos de los hechos que se pueden manifestar. Una vez informados todos sobre lo que esa noche buscábamos, se eligieron unos líderes de equipo, ya que nosotros estaríamos sólo como guías y asistentes, para prestar ayuda o resolver posibles dudas. Esa noche queríamos que los protagonistas fueran nuestros clientes y amigos, así que les dejamos a ellos el criterio y procedimiento a seguir durante los experimentos tanto de fotografía como de grabación sonora. Dejamos un tiempo para que se situaran y mientras, nosotros revisaríamos los enclaves elegidos… los cuales ya nos esperaban.

UN EXTRAÑO “HUM”

David Flores entró en el edificio para inspeccionar el estado, algo que siempre hacemos mientras que otro de nosotros se encarga de dar instrucciones y explicar un poco la historia de dicho edificio. Esto es una medida de seguridad, pero también una oportunidad para comprobar el estado energético del recinto, para saber si un morador invisible nos espera y en qué actitud. Como casi siempre, unos curiosos pasos que le seguían parecía ser la bienvenida que le daban a nuestro compañero, pero nada más que indicar hasta ese momento.

Luego nos dirigimos a acompañar los miembros de cada equipo hacia su primer lugar de trabajo. Para ello estábamos esa noche tres componentes habituales: David Flores, Erika Rocha, y éste que escribe las líneas que lee, Jesús García.

El grupo que acompañaba se dirigió hacia el edificio exterior. Al llegar, di las indicaciones pertinentes y últimos detalles, dejándolos solos. Encaminé mis pasos hacia el interior oscuro del geriátrico, en busca del lugar destinado a ingresos por enfermedad y pequeña morgue. Encontré entonces en la entrada a David Flores, el cual daba indicaciones al grupo que acompañaba. Con el fin de no interrumpir, continué bajando la rampa hasta llegar a la instalación descrita y, por supuesto, solitaria… o al menos eso creía. Una vez que encaminé mi marcha hacia fuera de nuevo, una especie de sonido como el que emitiría alguien que desconfía de una situación se produjo a mi espalda, hasta el punto que parecía reverberar en las paredes y techo del recinto. Me detuve y pensé en las posibles causas físicas de ese sonido. Comprobé la posibilidad de viento, miré si había ramas que golpearan algunos puntos concretos del edificio, hasta arrastré mis pies entre los escombros, buscando similitudes con lo que había oído… nada parecía haber provocado ese sonido de forma física. Alguien invisible nos esperaba, con cierta desconfianza.

Al llegar de nuevo hasta el grupo que acompañaba David, les indiqué lo que me había ocurrido, así que debían tratar de buscar una explicación al acontecimiento. Eso era lo primero que ordenamos: los líderes de grupo debían animar al resto para buscar razones lógicas a los hechos que percibieran, antes de catalogarlos como extraños. Esto es importante en toda investigación.

El grupo que acompañaba a Erika Rocha se situó en la casetilla destinada al descanso del personal nocturno que hacía guardia cuando el edificio estaba en funcionamiento, punto caliente del edificio, ya que en el mismo han quedado registrado en las grabadoras llantos y golpes, como si aquel enclave fuera una especie de pequeña sala de torturas, las que les infligieron a los pobres ancianos que no podían dormir por diversas razones, o al menos eso es lo que hemos deducido de las deciones efectuadas a nosotros por parte de personas que sabían lo ocurrido en ese geriátrico.

COMIENZAN LOS HECHOS EXTRAÑOS.

Al regresar al edificio exterior, ese que parece ser la casa-cortijo perteneciente a aquellos terrenos, noté que el grupo estaba un poco revolucionado. Y es que mientras estaban realizando la primera de las grabaciones sonoras, uno de los miembros pareció ver esa presencia extraña deambulando por la parte exterior, de ventana en ventana, observándolos con detenimiento. Al terminar la sesión de preguntas “al aire”, ese chico preguntó a otros miembros del grupo por ese avistamiento, y no fue el único testigo. Lo describieron como una especie de forma oscura, alta, de paso lento mientras se hace visible por el hueco de la ventana o puerta, pero que al instante aparece en otro hueco diferente. La actitud desafiante, y la apariencia aterradora. No hace ruido, no interactúa con nadie, pero a todos les parece una presencia incómoda. En las fotos, extrañas líneas luminosas, de gran intensidad, parecen entrar desde esas ventanas y puertas al interior del edificio sin techo, como si algo extendiera unos brazos energéticos tratando de “palpar” a las personas que se encontraban dentro del recinto. Alguien que no desea tener visitantes en lo que, parece, es su casa.

Cuando comunicaba por mi walkie este hecho al resto de mis compañeros, David me indicó que en el recinto donde yo había oído ese extraño sonido, el grupo que realizaba allí los experimentos también escuchaban una serie de sonidos cuasi humanos, descartando que cualquier persona situada por el entorno fuera el causante de los mismos. En cuanto al grupo que acompañaba antes Erika, no destacó nada fuera de lo normal.

A partir de ese instante, no ocurrió nada relevante a nivel parapsicológico. A pesar de ello, los equipos realizaron todas las rotaciones por los puntos elegidos, y llevaron a cabo todas las pruebas indicadas por nosotros de forma correcta, algo a destacar y agradecer, por supuesto.

EL LIBRO Y LA OUI-JA: LOS PROTAGONISTAS DE LA NOCHE.

Decidimos dar por terminada las actividades por equipos, y situamos en el salón principal del edificio central una mesa, en la que dispusimos dos elementos que nos debían dar más datos de procedencia desconocida: un libro, en el que situamos unas tijeras en su interior, dejando por fuera los ojales y amarrándolo fuertemente para que se pudiera agarrar de dichas tijeras, y la tabla Oui-Ja. Con todo ello, pretendíamos obtener más respuestas a las preguntas que teníamos con respecto a los hechos ocurridos en el edificio.

Empezamos por usar el libro. Como alguno habrá deducido, es un método antiguo usado para “invocar” la presencia de Begoña, Verónica o Bloody Mary, dependiendo del lugar donde preguntemos por esa forma de usar un libro y unas tijeras. Lo que a nosotros nos interesa es que, usando el dedo índice para colocarlo debajo de cada ojal, y sosteniéndolo dos personas, el libro parece que gira movido por unas manos invisibles, dando respuesta con su movimiento a izquierda o derecha (interpretado con un sí o no, dependiendo del movimiento a la pregunta inicial) a cada pregunta que realizábamos. Claro está, debían ser de tal manera que las respuestas fueran éstas, y no complejas.

Mientras sosteníamos el libro de esa curiosa manera, los asistente se mostraban algo confusos al principio, pero luego participaron de forma muy activa en el experimento, sobre todo cuando las respuestas parecían encajar con lo que habían podido vivir durante la noche en ese lugar, y con los datos ya almacenados por nuestra parte. Se extendió algo más: hay un hecho todavía inexplicable, pero que encajaba con las respuestas de aquel libro, sobre una niña que estuvo en ese recinto, y cuyo espíritu parece que se ha quedado encerrado entre esas paredes. Al parecer, habría sufrido un mal golpe tras ser acusada de haber partido un tazón, taza u objeto similar. Este extremo está siendo motivo de nuestras pesquisas periodísticas, recabando datos para esclarecer aun más todo ello.

Después de agotar las preguntas con respuestas monosílabas, llegó el momento de usar un método que nos diera más cantidad de datos. Y es en ese momento que empezamos a usar la tabla Oui-Ja. Sin aspavientos, sin excentricidades. Colocando el máster en la zona central, tres personas dejaban apoyados sus dedos índices sobre él, y acompañaban el movimiento que describiera sobre la tabla.

Las primeras preguntas fueron contestadas de forma lenta, dificultosa. Pero la niña parece que estaba allí (su energía, claro) esperando el momento que su familia la recogiera. No sabía que había muerto, pero sí sabía que la habían castigado y golpeado. Quedó claro que no era la niña que veíamos en el complejo hospitalario de San Pablo (algunos asistentes temían que se hubiera “venido” con nosotros desde allí).

De repente, algo paró el máster cuando otros tres acompañantes se apuntaron a seguir la sesión, sustituyendo a los que estábamos. Parecía que alguien quería dar por terminada aquella sesión. Paralelamente a la experiencia, la “Spirit Box” conectada completaba o ayudaba a interpretar lo que la Oui-Ja trataba tímidamente de comunicarnos. Se nos ocurrió realizar una última rotación, las últimas tres personas… y parece que alguien más también pensaba que serían las últimas.

En cuanto apoyaron sus dedos en el máster, éste de forma veloz se dirigió hacia el “Adiós” y el “Sí”, colocados de forma diametralmente opuesta, y en un movimiento rápido y preciso. Mientras, una voz por la Spirit Box nos invitaba a abandonar el recinto y la experiencia. Así lo hicimos, para evitar posibles y desconocidos problemas que pudieran surgir. De forma lenta y ordenada, nos dirigimos hacia el patio exterior para poner en común lo que cada uno había experimentado en esa visita, con la firme intención de volver para saber más de esa pequeña, y buscar más información sobre la “justicia” que parece clamar de forma silenciosa ese geriátrico abandonado en Alcalá de Guadaíra.