En el mundo del misterio siempre ha habido historias que desafían nuestra comprensión de la realidad. Hay experiencias que nos hacen cuestionar lo que sabemos y creemos. Este domingo presentamos un testimonio que nos lleva al mundo de lo sobrenatural y del llamado «juego maldito».

Nuestro protagonista de este domingo es Juan Pulido, una persona normal y corriente que vivió una experiencia paranormal aterradora después de involucrarse en una sesión de ouija. Juan se considera escéptico y tiene 35 años. Un día, junto a un grupo de amigos, «decidimos hacer una sesión de ouija aprovechando el tema de Halloween, nos pareció que era buena idea y así asustar a los más cobardicas».

Fue en una noche lluviosa cuando se reunieron en una antigua casa abandonada en las afueras de Córdoba, conocida por su reputación como un lugar encantado. «Nos lo habían dicho unos amigos que estuvieron haciendo una visita en este sitio con unos investigadores. Me dijeron que se tomaron muchas medidas de seguridad y que los investigadores no se andaban con tonterías y lo tenían todo muy controlado. Pero yo lo tomé a chusma y decidimos ir con una tabla de ouija a ver qué pasaba. Reconozco que no tengo experiencia en este tipo de temas y que siempre me han parecido un engaño», comentaba.

«Subimos a la tercera planta del edificio en ruinas y pusimos unas velas para ambientar. La atmósfera se volvió densa a medida que las velas iluminaban la sala». Entonces comenzó la sesión y los dedos de los participantes se deslizaban suavemente sobre el tablero, buscando establecer contacto con lo desconocido. Al principio, todo parecía tranquilo, pero pronto las cosas dieron un giro extraño y perturbador.

Según el relato de Juan, las respuestas que recibieron a través de la tabla de ouija no eran las que esperaban. El espíritu con el que estaban en contacto afirmó ser el «Padre Ángel», que había perdido la vida en circunstancias trágicas. A medida que la sesión continuaba, el ambiente se volvía cada vez más opresivo y pesado. Los participantes experimentaron escalofríos y la sensación de ser observados por entidades invisibles. «No sabíamos quién era ese cura y nos lo tomábamos a risa pero ya con el miedo en el cuerpo», confesaba.

Fue entonces cuando Juan sintió una presencia a su alrededor. Una ráfaga de viento frío sopló a través de la habitación, apagando las velas y sumiéndolos en la oscuridad total. El terror se apoderó de ellos mientras luchaban por encontrar una salida de aquella pesadilla sobrenatural. La única salida que tenían a mano era un oscuro pasillo que parecía no tener fin.

Juan y sus amigos echaron a correr por el pasillo «perseguidos por una sombra y escuchando susurros ininteligibles. Una sensación de angustia nos envolvió y ganas de salir de allí lo antes posible», afirmaba.

Después de lo que pareció una eternidad, Juan y sus compañeros emergieron del oscuro pasillo y se encontraron en la planta baja. A medida que exploraban las habitaciones, se encontraron con figuras «o sombras que parecían moverse y voces susurrantes, psicofonías de esas», donde ya las risas se habían tornado en miedo, pavor auténtico.

En el punto álgido de su desesperación vieron una figura frente a ellos. Un hombre con ojos penetrantes y una expresión sombría, era el «Padre Ángel».

«No sé cómo pero algo me decía que tenía que salir de allí cuanto antes y por dentro me juraba que jamás volvería a tomarme esto a risa, que había sido una mala idea y que jamás regresaría a ese lugar, no sé cuantas veces juré que no lo haría y pedí la protección de Dios», confesaba Juan.

Lograron salir del edificio. Desde aquel día, Juan lleva una cruz consigo, sintiendo su presencia protectora. Ha aprendido a respetar los límites entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos y no está por la labor de regresar.

«Semanas después pregunté a mi amigo que con quién había ido a este sitio que tomó tantas precauciones y me dijo que contigo y fue por lo que me decidí a contarte lo que me pasó, lo que nos pasó», finalizaba.

La historia de Juan es un testimonio estremecedor de cómo una sesión de ouija puede desencadenar eventos paranormales inimaginables. Nos invita a reflexionar sobre los límites de nuestra comprensión de la realidad y nos recuerda que hay fuerzas más allá de nuestro alcance que pueden alterar nuestras vidas de maneras asombrosas y aterradoras.

*¿Has sido testigo de algún hecho inusual o inexplicable? Si es así escribe a correo@garciabautista.net y cuéntanoslo.