EL POLTERGEIST DE TORREBLANCA
Por: Jose Manuel García Bautista y Jordi Fernández

En ocasiones, lo inexplicable asoma por nuestra vida como si de un soplo de viento helado, e inesperado, se tratase… Un algo incomprensible que un desafortunado día toca a sus víctimas para desconsuelo de sus vidas…Y en ocasiones ese soplo de viento cambia nuestra manera de percibir la propia existencia.

Esta historia comienza como muchas, con una llamada de teléfono a una hora intempestiva… Era un Viernes gélido del mes de Enero en Sevilla, día 27 y faltaban dos días para la Luna Nueva. En aquella ocasión nos encontrábamos inmersos en otra apasionante investigación: realizando la ruta del curanderismo en Andalucía, y en concreto, en una población a las afueras de la capital del Guadalquivir. Era ya tarde y el goteo de clientela para aquella “curandera” había cesado, y el agotamiento comenzaba a hacer mella en nosotros… De repente sonó el móvil, era un número desconocido y dejamos que sonase mientras nuestro vehículo escudriñaba con sus luces la angosta carretera de Cantillana. Esperábamos que aquella llamada dejara registrado su mensaje y número en el teléfono, “quizás fuera algo importante” dijimos con cierta añoranza.

Pasaban las once de la noche y el teléfono dio el aviso de que un mensaje aguardaba impaciente a ser escuchado. Con atención pusimos el altavoz del teléfono y nos dispusimos a aguzar el oído. Era una voz de mujer, una voz entrecortada y algo alterada. Apenas podíamos apreciar algunas palabras inconexas:”Por favor…,¡ya no podemos más! …Tienen que ayudarnos…¡por favor!”.

Decidimos dejar guardada esa llamada –el misterio se puede encontrar en cualquier sitio o te puede asaltar en cualquier sitio…- y dedicarle unas horas al abrazo de Morfeo. Pero una aquella quejumbrosa y agónica voz no dejaba de retumbar un nuestros oídos:”¡Por favor…,por favor!”.

Pasaba ampliamente el umbral de las doce de la noche, y nos pusimos en contacto con aquella desesperada comunicante. Marcamos con ansiedad aquel teléfono y la misma mujer contestó al otro lado del hilo telefónico. Lejos de parecer más tranquila sus palabras se convirtieron en susurros y sus susurros en lágrimas de desesperación… Esperamos unos instantes hasta que la calma nos permitiese saber el fondo de aquel nerviosismo que, de alguna manera mimética, había traspasado los teléfonos y ya se había instalado en nosotros.

Aquella llamada desesperada era de una mujer llamada Encarnación Rodríguez, Encarni para todos aquellos que la conocen. Buscaba en nosotros una ayuda que no estábamos muy seguro de poder ofrecerle. Todo comenzó, y por lo que más tarde pudimos comprobar con nuestros propios ojos, en unos extraños e intensos fenómenos, unos hechos que no podían ser menos que calificados como más allá de la razón, atribuible a un inmueble encantado o producto de una fuerte actividad poltergeist. Pese a nuestro cansancio e incredulidad se puede decir que pudo más el afán detectivesco y la curiosidad que la fatiga propia del que lleva muchas horas investigando sin descanso. Así decidimos telefonear al investigador, y periodista sevillano, Sergio Moreno para que me acompañase a lo que iba a ser una inolvidable visita más allá de todo lo explicable…

Un noche difícil de olvidar
Primera noche:

Entramos en aquella casa, el frío intenso era palpable y las caras atemorizadas de sus moradores nos hicieron estremecernos en principio para posteriormente agudizar los sentidos. El núcleo familiar lo componían nuestra protagonista: Encarni, de unos 38 años de edad, aunque con una apariencia de ser mayo; Antonio, 48 años, ex alcohólico y de noble carácter; Alberto, de 14 años, el hijo mayor de la familia, con problemas sociales y familiares; y Ana, de 7 años, la pequeña, una niña que vivía totalmente atemorizada en “La casa del terror” como ella la llamaba… Nuestra visión de aquel inmueble era dantesca: las paredes estaban repletas de manchas enormes, entre las cuales pudimos distinguir huevos rotos y tomates estampados con una virulencia aplastante, en el salón también había un evidente desorden junto a cascos de albañiles… Enseguida comprendimos de qué trataba aquel juego macabro en el que acabábamos de entrar. No transcurrió demasiado tiempo mientras entrevistábamos al cabeza de familia cuando una taza de blanca porcelana salió disparada desde la cocina a gran velocidad rozando la cabeza del investigador Jordi Fernández y finalizando su forzado “vuelo” contra el cristal de la puerta que da a la calle. Dejando su marca y su sonoridad en ella…

Asustados, preguntamos que había sido eso y la contestación fue: “¡Otra vez está aquí!” y ,en ese mismo instante, comenzaron a salir disparados todo tipo de objetos impulsados por unas manos invisibles procedentes de aquella cocina del horror… Eran objetos de cocina, típicos, hortalizas, huevos y verduras. Uno de los huevos que salían a toda velocidad impactó en el rostro de la madre en una imagen tan impactante que nuestras retinas tardarán mucho tiempo en olvidar. Sergio Moreno salió corriendo hacia el epicentro de aquella tormenta de objetos y de repente todo se detuvo.

Pasados unos instantes tensos y tras un breve análisis de la situación, nos miramos a la cara y comprendimos que aquello era sobrenatural -a priori- y muy difícil de explicar racionalmente. Todos intentamos tranquilizarnos y decidimos en ese instante abrir de nuevo nuestro archivador para dar paso a este nuevo caso: el Poltergeist de Torreblanca, caso 83; Etapa 3ª. Investigación abierta.

Comienza la investigación

Segunda noche:

Este caso no podía esperar, aquella vivienda iba a ser desalojada en pocos días y el tiempo corría en nuestra contra. El siguiente contacto se iba a producir a la madrugada siguiente. Para una investigación de esta magnitud, pedimos la colaboración del especialista en fenómenos paranormales Jose Manuel García Bautista, sería él el encargado de asesorarnos y analizar todas las grabaciones y fotografías en busca del misterio, en busca d elo imposible; además de marcarnos las pautas precisas nos facilitó todo tipo de instrumental de investigación.

La madrugada iba a ser larga y las premisas eran claras para nosotros: tener una conversación grabada sobre el suceso con los miembros de la familia y realizar barridos fotográfícos de la vivienda así como colocar, estratégicamente, varias grabadoras en busca de algún sonido que delatara el origen de aquello inexplicables fenómenos.

Pedimos a la familia que se comportasen de la forma más natural y cotidiana posible, obviarnos, mientras uno a uno íbamos realizando las entrevistas pertinentes para la documentación del fenómeno. Es curioso por que ,de vez en cuando y casi con una carencia temporal sin descifrar, un estallido de cristales o un fuerte golpe interrumpía la conversación y se hacía un largo, a la vez que angustioso ,silencio en la estancia del salón…, centro de las operaciones.

Tras largas horas de rastrear, preguntar y escudriñar cualquier tipo de posible fraude, nuestras conclusiones fueron más que claras. El informe inicial decía comenzaba así: “Sin duda alguna, en esta casa pasan cosas sorprendentes. Sospechamos que algunas, presuntamente, realizadas directamente por miembros de la casa e concreto por Alberto, el hijo mayor, no sabemos si de forma consciente o inconsciente. Además hemos comprobado directamente “in situ” desplazamientos violentos de objetos como vasos, platos, tazas, tomates, cebollas y huevos. Se han encendido televisores sin mediar la acción humana. A muchas de esas acciones no les encontramos ninguna explicación lógica dentro del contexto de lo que podemos denominar como “Natural”. Destacamos el desplazamiento de un vaso en la cocina cuando todo el mundo estaba junto a nosotros en el salón y tirones de la mochila que portaba nuestro compañero Sergio Moreno por un “algo” invisible que hacía notar ante todos sus efectos sobre la mochila y el cuerpo del investigador.

Las conversaciones ponen de manifiesto un desorden total en las vidas de las personas que habitan en esta casa. Hay un presunto maltrato físico en la familia, a su vez median denuncias, una separación, maltrato psíquico de los compañeros de instituto de Alberto ridiculizando la conducta sexual del mismo provocando el absentismo escolar en el menor. Igualmente se da un caso de adicción al alcohol y posterior rehabilitación del padre. También hallamos la inestabilidad en el hogar provocado por los acontecimientos extraños vividor y la venta de la actual vivienda así como el futuro trasladó del conjunto familiar. El nivel cultural y económico de los padres es medio/bajo. Alberto denota una gran curiosidad por los temas religiosos, esotéricos y es un seguidor del programa “Milenio3” y “Cuarto Milenio”. Sus padres nos comentan que también presenta destreza en los aparatos electrónicos”. Todo era desconcertante así como sorprendente.

Encarni comentaba a los investigadores para esta revista: “No podemos seguir, nuestra vida es un infierno. Mi hija va a crecer con esta experiencia y el mayor se nos está yendo. Todo es muy duro, el ver como los objetos salen despedidos ante tus propios ojos o de cómo por el pasillo de la casa se pasea una sombra que nos atemoriza es realmente duro e inexplicable…Por favor ¡ayudadnos!”. Mientras las lágrimas afloraban a las mejillas de esta hundida y humilde ama de casa.

¿Explicaciones a un suceso poltergeist?

Tercera noche:

Teníamos claro cuales iban a ser nuestros intereses en este tercer capítulo de la investigación: teníamos la certeza de que Alberto había sido el causante de alguno de los fenómenos allí vividos y deberíamos de tenerlo controlado en todo momento para cerciorarnos cual era su implicación en los fenómenos. Debíamos verificar si era un fenómeno consciente o inconsciente, también entraba a comprobarse la teoría de la psicoquinesis, tan apasionante como desconocida. Para todo ello conocíamos que cuando Alberto, se quedaba dormido, los fenómenos usualmente cesaban.

Aquella noche una de estas interrogantes quedó desvelada: sorprendimos al hijo mayor –Alberto- arrojando con fuerza un jarrón de grandes dimensiones contra el suelo… ¿Pero quién había provocado entonces el desplazamiento de varios objetos en la cocina? Alberto había propiciado aumentar un fenómeno que se estaba dando dentro del inmueble de forma consciente pero sin embargo un verdad inmutable se estaba dando en aquella vivienda: había algo más…,un algo más que no veíamos y que sin embargo lo provocaban unas manos y presencia invisible… ¿Explicaba la acción deliberada de Alberto todas nuestras interrogantes? Definitivamente no y así lo comprendimos aquella misma noche.

Nos sentamos todos en una antigua mesa camilla, presionando al menor para que se atribuyera lo sucedido. Él lo acepto y dijo algo casi premonitorio: “…a veces algo me impulsa a hacer cosas malas, pero no soy yo quien os tiró el vaso, ha sido ella, el espíritu que se pasea por la casa. Lo hemos visto mi hermana yo, unas veces es una mujer mayor, otras una sombra que se pasea por el pasillo y otras unas manos que arrojan cosas…”.En ese mismo instante, y demostrando las palabras del joven, un fuerte ruido a cristales sonó en la cocina. No podía ser nadie, todo estábamos allí, teníamos cámaras en la casa y grabadoras, sabíamos a ciencia cierta que aquel sonido tenía otro origen… Nos adentramos en la cocina y no vimos restos de cristales, sólo un fino hilo de agua que salía de una alacena cerrada. Fue Jordi Fernández quién abrió esa alacena y la sorpresa fue mayúscula: una pequeña figura de la virgen de Fátima aparecía ante sus sorprendidos ojos tumbada en la madera del último estante, de ella se había derramado el agua vendita que atesoraba y ésta, a su vez, había rodeado un vaso de cristal que había implosionado. ¡Era inaudito!

Estábamos ante un caso excepcional, con un joven que a su era el desencadenante y motor del fenómeno.

Aquella noche estuvo llena de preguntas aún más inquietantes que las respuestas obtenidas… Pero aún quedaban más hechos difíciles de describir.

Convivir con lo imposible

Cuarta noche:

Aquella noche acudíamos nuevamente a aquella casa casi maldita. Cuando circulábamos con el vehículo en dirección a la barriada de Torreblanca el móvil comenzó a sonar con insistencia. En el asiento trasero el investigador Sergio Moreno comentó: “Es Encarni, ¿qué pasará?” Y con su característica vehemencia respondió. Al otro lado del hilo telefónico la voz de una aterrada Encarnación Rodríguez resonó: “¡Fuego! ¡Fuego! Están ardiendo… ¡Socorro! Venid rápido, que esa cosa nos va a matar…Está aquí y es peor que nunca”… Y en pocos minutos tocábamos al timbre de aquella casa mientras Encarni nos urgía a entrar sofocado en incendio… Ella misma nos relataba lo sucedido: “No se que ha ocurrido, todo ha sido muy rápido. Estábamos todos en el salón, nos habíamos ido a la cama cuando la chica dijo que la sombra había pasado por el pasillo y unos golpes se escucharon… Una bola de luz salió del cuarto del niño al salón… Y allí desapareció… Fuimos a ver que podía ser, Iba Antonio, yo y detrás mía los dos niños cuando de pronto las luces comenzaron a parpadear, a fallar, y de la cocina comenzaron a salir objetos despedidos contra nosotros, de todo: tazas, platos de café, cucharillas, tomates, huevos… Ha sido horrible, horrible…y entonces ha sido cuando se ha incrementado esa lluvia de objetos… Se sintieron ruidos muy raros y cesó todo…” Entonces decidimos venirnos a dormir juntos en el salón, con los cascos de albañil por si acaso, y proteger así nuestras cabezas… Cuando habíamos traído el primer colchón e íbamos a por el grande nos llegó un olor a quemado y vimos como estaba ardiendo el colchón… Los niños nos estaban ayudando…, ha sido terrible”. Y es que lo imposible se había vuelto a manifestar aquella noche, en esta ocasión –como en muchas otras- el investigador llegaba tarde y sólo era cronista de unos hechos tan anormales como aterradores.

Revisamos la casa, realizamos mediciones de temperatura, grabaciones con infrarrojos, grabaciones de voz y de video. Grabaciones con cámaras térmicas, reencuestamos a la familia, controlamos al hijo mayor –que era ajeno a los incidentes de aquella noche- e incluso realizamos precintos en la cocina… Y sin embargo los sucesos seguían ocurriendo… La cordura debía imponerse y tras las experimentaciones llevadas a cabo por José Manuel García Bautista y las entrevistas de Sergio Moreno fue Jordi Fernández el que habló con la familia haciendo gala de una psicología social encomiable: “No tenemos explicación satisfactoria para el 100% de los incidentes que estáis viviendo en esta casa. Tu hijo actúa como una especie de canalizador de ciertos fenómenos e incluso provoca alguno de ellos pero no podemos explicar aquellos que ha sucedido cuando todos habéis estado juntos y ha habido un control total. Hemos constatado como esos fenómenos se originan y hemos sido participes del clima de horror y nerviosismo que aquí se vive… Mi consejo es que aquí, en esta casa, habéis vivido una etapa y creo que ahora es el momento de abandonarla y tratar de buscar el sosiego en otro lugar”. Así lo hizo la familia, aquella misma noche comenzaron a empaquetar sus enseres y ropa para mudarse a otra casa propiedad de la familia, tratando de hallar la paz y estabilidad perdida. Tratando de dar cordura al hijo mayor y evitar traumas infantiles a la pequeña. La vida debía seguir para esta familia que había visto rota su existencia por un fenómeno tan aterrador como misterioso.

Como testimonio público de esta historia Encarnación Rodríguez, Encarni, accedió a contar su experiencia ante las cámaras de Canal Sur Televisión en el mes de Febrero de 2009, el testimonio de aquella que convivió con un fenómeno de poltergeist en la Sevilla del siglo XXI.