EL HOTEL ENCANTADO DE SALTO DE TENQUEDAMA

Por: Jose Manuel García Bautista

Es, sin duda alguna, uno de los lugares más emblemáticos que podemos encontrar en Colombia si queremos realizar un viaje de misterio, un viaje en busca de las casas encantadas y edificios embrujados, es el lugar donde se enclava el mítico hotel del Salto o Salto de Tequendama.

Es el edificio más encantado y con más historia, paranormal, del país, allá donde el viajero ve interrumpido su descanso debido a los misteriosos hechos narrados en su interior y que, poco a poco, va ganando ese terreno en la persona tan frágil como es la línea divisoria que separa la realidad de la ficción.

Se enclava en un paisaje natural donde una impresionante cascada encastrada en la roca y vegetación de la zona llama poderosamente la atención. El agua cae desde una altura de 127 metros y suele ser uno de los lugares más visitados del país, allí, majestuoso, dejando ver las líneas clásicas de su arquitectura, se alza, impertérrito, el viejo hotel, allá donde se unía la vida y la muerte o de dejaba a aquella para encontrar a esta.

Fueron mis buenos amigos Juan José Revenga y Lorenzo Fernández Bueno los que me hablaron de este lugar y de sus misterios, hoy he tenido la oportunidad de visitarlo, de investigarlo y de dejarme llevar por su encanto y por las terroríficas experiencias que en su interior se cuentan.

El edificio es muy antiguo, casi un siglo lo contempla. Fue construido en 1923 por una empresa alemana y se inauguró en 1927, siendo iniciativa de Pedro Nel Ospina, presidente de la época; era ciertamente elitista donde lo más granado de la sociedad capitalina se reunía, si bien se pretendía que fuera una estación de tren. Las vistas y el entorno hicieron que se convirtiera en un centro social muy popular. Desde el acantilado se domina el horizonte y no fueron pocos los que acudían al lugar para lanzarse al vacío, suicidarse, y perder la vida. Ello hizo que el hotel fuera perdiendo el glamour de antaño y se fueran quedando lastrado en el olvido tomado por el tiempo. Comenzaron a proliferar historias de fantasmas y apariciones espectrales en su interior y comienza su historia paranormal.

En Colombia lo llaman, popularmente como el ‘Lago de los Muertos’ y se advertía a los suicidas la prohibición se acercarse demasiado al precipicio para evitar muertes. Pero aún así estas se producían. De entre los casos más llamativos encontramos el de una religiosa, una monja que cayó desde aquella altura.

En 1932 fue Alberto Campos el que decidió perder la vida en el Tequendama, dejó una carta en la cual se podía leer: “No culpen a nadie de mi muerte ni digan otra cosa que la siguiente. Estaba satisfecho de la vida y no quería vivir más. A mi padre tenga valor para no demostrar su pena. A mi amor: te quise y muero con el deseo de que no sufras demasiado. A mi hermano, mucho juicio de ahora en adelante (…)”, tal y cómo publicó el periódico “El Tiempo”.

María Prieto tenía 18 años sólo y pertenecía a una distinguida familia de la ciudad, pero el amor y el desamor no atiende a la posición social y también quiso dejar una nota de suicidio: “Por la ingratitud de mi novio, me confundo en la profundidad del misterioso Salto del Tequendama. María”.

Mi buena amiga Mado Martínez publicó un libro sobre los misterios de Colombia y a ella Francisco Guacaneme le narró como en el lugar, cierta noche, pudo escuchar un susurro de otro mundo; a aquel susurro le acompañó una serie de ruidos extraños y el ladrido inquieto de los perros. Pero el susurro volvió a surgir con fuerza verbalizando el nombre de Francisco. Encendió la luz y sólo pudo notar un frío gélido que le calaba cada poro de su cuerpo. Salió de la habitación y, a cierta distancia, pudo ver el deambular de una monja inexistente: “Traté de preguntarle que hacía allí pero no recibí respuesta. Luego ella se giró y caminó hacia la oscuridad de una colina para nunca más volverla a ver”.

Edwin Robles, investigador y experto en temática paranormal, explicó a Mado Martínez como acudió junto a un grupo de trece personas al hotel del Salto del Tequendama, una de las personas que le acompañaba quiso “inspeccionar” de forma independiente el edificio, la casona de tres pisos con dos sótanos, en la oscuridad de la noche: “La casa abandonada tenía las paredes peladas, llenas de grafitis, sin suelo; pisabas sobre la arena; las ventanas sin vidrios”, narraba Robles en ‘Colombia Sobrenatural’. Después de media hora buscando a la joven Edwin Robles, con cámara de visión nocturna bajó a la zona de los sótano: “De repente apareció la muchacha quien estuvo perdida por alrededor de una hora”. Era como si hubiera perdido la noción del tiempo.

En el edificio, a decir de los testigos, se producen todo tipo de fenómenos extraños, apariciones y parafonía, es el lugar más encantado de Colombia y hoy es la Casa Museo Salto de Tequendama Biodiversidad y Cultura. El Hotel “El Refugio del Salto” es un Museo, donde muchos viven de forma muy especial el misterio que él encierra y que tiene que ver mucho con ese temido “más allá”. Atrás quedó el Salto de Tequendama, en el kilómetro 5,7 vía Mesitas, Vereda San Francisco, Soacha (Cundinamarca), con mi gratitud a los que me enseñaron que lo imposible también tiene un hueco en este entorno indescriptible.