TRIANA MÁGICA

Por: Jose Manuel García Bautista

Ha dado toreros de fama, cantaores de tronío, flamencos de eterno zapateo. Y siempre estuvo muy representada la población gitana, hasta que se expulsó a ésta de Cava de los Gitanos por la presión inmobiliaria en la década los 70. Eran personas que se vincularon sobre todo al gremio de la herrería…

Les propongo un viaje especial por la historia, misterios y leyendas de uno de los barrios más populares de España: Triana. Hay muchas historias sobre cómo se fundó el popular barrio de Triana, algunos dicen que es una ciudad dentro de una ciudad, que tiene su propia idiosincrasia…

La leyenda narra como fue la diosa Astarté la que se refugió en la zona huyendo del enamoradizo Hércules y fundó Sevilla. Otros piensan que es una derivación del nombre de origen romano Trajana, que vendría de la Itálica Trajana. Aunque la más aceptada es la que nos dice que sería de origen celtíbero–romano y que significaría «tres ríos», de «tri» que es tres, y «ana», que es río; ya que aquí se dividía el río en tres brazos. Eso también piensa el investigador Justino Matute Gavira, que en su obra Aparato para descubrir la historia de Triana y de su iglesia parroquial dice: «Otros deducen su nombre de Trans amnem, expresión con que los latinos significaban lo que está más allá del río… y aún los árabes por esta misma circunstancia llamaban a Triana Ma wara an–nahr, que vale tanto como allende el río: la transfluvial, aunque más comúnmente le decían Atrayana o Athriana…».

El origen de Triana es romano y hasta que no se remodeló el cauce del Guadalquivir en la segunda mitad del siglo XX hubo muchas crecidas del río que creaban inundaciones, la verdad es que las creaba en toda Sevilla. Aquí y debido a esa insalubridad reinante se cebó con saña la peste de 1649, reduciendo dramáticamente la población del arrabal. Que era una zona humilde, de trabajadores, de marineros y sobre todo de alfareros, tradición que aún hoy se mantiene con muchas industrias familiares dedicadas a la alfarería y que dan nombre a calles como Alfarería, o tradiciones como los comercios de la calle Antillano Campos, con tiendas que destacan por sus frontales en azulejos y con una gran riqueza ornamental.

Pero Triana también ha dado toreros de fama, cantaores de tronío, flamencos de eterno zapateo, y siempre estuvo la población gitana muy representada hasta que se expulsó a estos de Cava de los Gitanos por la presión inmobiliaria en la década los 70, eran personas que se vincularon sobre todo al gremio de la herrería…

Triana es diferente, pasear por sus calles o visitar sus corralones es algo que todo sevillano debe hacer.

La negra historia del Castillo de San Jorge

Cerca del Callejón de la Inquisición está el Castillo de San Jorge, también conocido por Castillo de la Inquisición, pues el Santo Oficio lo ocupó durante siglos.

El Castillo de San Jorge data de la antigüedad, de época romana el asentamiento, pero su construcción es musulmana, del siglo X.

Se eligió el lugar porque en Triana ya comenzaba a aumentar la población, era uno de los arrabales de la ciudad pero también un lugar estratégico porque dominaba aquella orilla del río que además guardaba las fértiles tierras sembradas de cereales, vides y olivos del Aljarafe –que significa «proveedor de agua» en árabe– y también era la vía de salida a Huelva, la sede del puerto comercial y también última defensa de la ciudad antes de alcanzar sus murallas.

Aquí estaba también el llamado Puente de Barcas en 1171, que mandó construir el califa Abu Yacub Yusuf, y que conectó Sevilla y Triana; además había una rambla donde está hoy la calle Pagés del Corro.

Con Fernando III el Santo se tomó Sevilla y allí, en el castillo, se instaló la Orden de San Jorge y se construyó la primera parroquia de Triana. Luego, en el siglo XV, los Reyes Católicos cedieron el castillo –a través de Diego de Merlo, el asistente– a la Santa Inquisición, a la que se le había quedado pequeña su estancia en La Magdalena, la iglesia del Calvario hoy, y allí instauraron el siglo del horror en Sevilla… que realmente duró 300 años.

Allí se llevaba a los reos acusados de herejía que muchas veces no eran más que tontería o celos vecinales… la Sevilla cainita, y allí dentro, bajo la acusación se sometía a mil torturas al reo… Fuera culpable o no, se prefería confesar en falso y que te liberaran del dolor de las torturas a resistir en honor a la verdad y muchos murieron de aquella forma… Si sobrevivías te llevaban a un juicio en la Plaza de San Francisco donde se desalaba al culpable y de allí al quemadero del Prado de San Sebastián o al de San Agustín en Tablado para ser quemado en la hoguera… Con ramas verdes para sufrir más, aunque si confesabas el Tribunal tenía clemencia y te estrangulaban… Ante eso, era mejor huir y muchos lo hicieron y aun así te juzgaban en efigie…

A veces se escapaba con vida o con unos latigazos pero a medida que el Tribunal se asentó en Sevilla las penas eran peores…

En el Castillo de la Inquisición, lugar que fue muy temido en Triana y en Sevilla, aún quedan restos de la casa del portero, las cuadras, las casas del nuncio y el notario, la cocina, la bodega, la casa del primer inquisidor o la de los familiares de los inquisidores. Hoy hay que entrar por el mercado de abastos de Triana pero sus ruinas son visitables.

Su ámbito de actuación fue desde 1481 a 1785. Su interior albergaba 26 cárceles, que fueron calificadas como «antros de horror» por el Santo Oficio en el siglo XVII. Junto al Castillo de San Jorge se encuentra el Callejón de la Inquisición, el lugar de salida de los presos acusados de herejía camino de los autos de Fe o el cadalso…

El castillo tenía el defecto de que se inundaba con frecuencia, estaba tan cerca del río que nada más había una crecida se anegaba, sobre todo en época de mucha lluvia como fueron los siglos XV y XVI. Lo que provocó alguna que otra epidemia menor en Sevilla.

Actualmente se puede disfrutar del Museo del Castillo de San Jorge, o «Museo de la Inquisición», pero para no olvidar sus horrores… Tiene una serie de salas, comenzando por la primera que es la Sensorial, allí se explican conceptos como el juicio de valor, abuso de poder y el de la indefensión de las víctimas. Luego está la Barbacana que a través de maquetas y paneles explica lo que allí existía. Tiene una pasarela interpretativa y se recorren los restos (casa del inquisidor, muros de las cárceles, capilla) acabando el recorrido en un espacio de reflexión bajo el lucernario, en la Sala de las Audiencias y en la de la Tolerancia.

En la Sala de las Audiencias se hace una recreación mediante una escenografía de mobiliario y esculturas de personajes sobre los que se proyecta una animación virtual de actores reales en movimiento. En la Sala de la Tolerancia se trata de combatir los procesos de injusticias. Aunque suene a ideal.

No deje de visitarlo si quiere conocer uno de esos lugares imprescindibles de la Triana mágica.

La librería del misterio

Y si de la Triana mágica se trata, uno de los lugares más evocadores y cargados de misterio que podemos encontrar en este lado del río es la vieja, y ya cerrada, Librería Don Cecilio, allá donde se nos recuerda que Sevilla sigue siendo una de esas ciudades eternas aspirantes a cosmopolita anclada aún en el costumbrismo de su gente y el barroquismo de sus calles.

Es la dualidad de una ciudad moderna con tantos hilos enlazados a su pasado que sería difícil discernir por la vieja Judería si nos encontramos en pleno siglo XXI o si por el contrario transitamos aún por los avatares del XVI… Sea como fuere, estamos en una ciudad donde la magia y el encanto no están reñidos con la tradición y la seriedad. Así nos trasladamos ahora a la calle Castilla, en pleno barrio de Triana, entre sabor a embrujo e Inquisición, allá donde aquellos torquemadas sevillanos jugaban a ser Dios y apostaban a la vida o la muerte con aquellos que, bajo el cargo de herejía, caían en sus manos.

A media altura de la calle Castilla, en el número 47, casi enfrente de la iglesia de la O, encontramos uno de esos viejos lugares de rancio abolengo y tradición sevillana. Es una librería de viejo, una librería de lo antiguo, una de esas que se niega a no mirar al pasado y encontrar entre sus rarezas incunables comics, TBOs o libros que harían las delicias de cualquier bibliófilo. Donde el cedé aún no ha tomado el relevo al vinilo y donde un póster, mítico e inencontrable de aquella película que tanto nos marcó, está al alcance de cualquiera. Nos encontramos en la Librería Don Cecilio, esa cuna del saber olvidado, ese rincón donde una semana al año el milagro se hace realidad y allí, en sus estancias, se celebra la siempre mágica Semana del Misterio de Sevilla.

Allí, además de saber y cultura encontramos a un personaje muy particular, son ya varias personas las que se han encontrado con el fantasma de Don Cecilio. A Rafael Pérez o Luis Cañete les gusta decir de este lugar: «Cuidado, que no sólo en Sevilla hay fantasmas y casas encantadas, aquí en Triana, en la librería también tenemos uno… Si te vas allí, al rincón donde tenemos los cuadros de flamenco, a lo mejor te encuentras con uno de esos seres espectrales de los que tantas cosas nos habéis contado…».

Y sea como fuere, con la gracia y socarronería andaluza de estos particulares cicerones, lo cierto es que en su interior se ha podido ver en varias ocasiones a un individuo, ataviado con un sombrero que deambula entre viejos discos de vinilo y la añoranza de los mejores cantaores de flamenco. «En cierta ocasión me marchaba ya, estaba apagando las luces, sabía que aquí no había nadie y sin embargo noté una presencia, miré al fondo y vi la silueta de un hombre con un sombrero… Me inquietó mucho. Volví a encender las luces del local y comprobé como no había nadie, aquella noche dejé las luces encendidas… cualquiera las volvía a apagar», nos narraba otro miembro del Centro Cultural Don Cecilio. Y es que si alguna vez visita estas instalaciones, disfrutará de encontrar valiosos legajos, conferencias con las figuras más destacadas del mundo del misterio y su divulgación, y ¿por qué no? de la misteriosa presencia de un fantasma atado al sabor más tradicional de la Triana de eterna, la Triana única, la Triana de siempre.

La Cruz de la O

En este recorrido por la Triana mágica hemos visitado una parte de su historia más negra, un santuario del misterio y los fenómenos paranormales y ahora, para cerrar el círculo, debemos detenernos en una de sus leyendas más hermosas.

En la calle Castilla, en pleno barrio de Triana, se encuentra una iglesia muy singular: es la iglesia de la O; en el interior se encuentra una hermosa talla barroca de Pedro Roldán. La imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno se presenta caído camino del Calvario con la cruz al hombro. Esa cruz va a ser objeto de nuestra atención…

Está realizada en carey, un rico material que se obtiene de la concha de la tortuga; un material que era de gran valor y se traía de las Indias; en aquellos momentos la hermandad pensaba en cambiar la cruz de su titular y pensaba en labrar una en madera de cedro que una vez entregada a la misma no gustó a los hermanos ya que no era merecedora de aquella impresionante talla del Siglo de Oro.

La preocupación en la hermandad era manifiesta y fue el capellán en plena misa quien les dijo:

–No os preocupéis que Dios proveerá.

Aquellas palabras parecieron proféticas y justo al terminar aquella misa entraron unos marineros en la iglesia y dejaron paquete con un contenido sorprendente… le dijeron:

–Éste es el pago de una promesa que habíamos hecho al salvarnos el Señor de un naufragio en los mares del Sur.

Aquel paquete contenía una gran cantidad de piezas de conchas de carey… La hermandad, al ver aquel valioso presente, decidió que la cruz de su sagrado titular sirviera para revestir la cruz del Nazareno.

Así se hizo quedando una rica cruz de carey con cantoneras de plata que es la que, actualmente, la hermandad procesiona en la Semana Santa de Sevilla.

Son las historias mágicas de un barrio cargado de magia: Triana. Merece la pena perderse en sus calles.