LA APARICIÓN MÁS ANTIGUA SUCEDIDA EN SEVILLA

Por: Jose Manuel García Bautista

Sevilla es una de las ciudades con más encanto y lugares encantados de nuestro país, pero no querría comenzar a escribir sobre ello si no me remontara al primer suceso misterioso del que se tiene constancia en la capital hispalense… Destacaremos que las casas encantadas sevillanas son casi tan antiguas como su propia historia, por ello quizás una de las primeras apariciones espectrales de esta ciudad es recogida históricamente en los anales de nuestra ciudad… Caminar en busca de misterios es sumergirnos en su casco antiguo, lleno de leyendas e historias ocultas, lleno de pasadizos subterráneos que recorren la ciudad en un camino tan misterioso como desconocido…Hay multitud de sitios con misterios y leyendas y caminando por Sevilla llegamos a la Capilla de San Onofre. Ubicada en la céntrica Plaza de San Francisco aún resiste el paso de los años esta pequeña capilla llamada, en ella Sevilla registró uno de los primeros casos de apariciones del que su Historia tiene constancia según la crónica del convento datada en el año 1600.

Antiguamente, siglos atrás, aquel lugar estaba dominado por el convento de San Francisco, de la orden franciscana del cual la Capilla de San Onofre formaba parte. A este convento fue a para cierto día un caballero llamado Juan de Torres que había decidido retirarse a una vida más ordenada y espiritual. En sus ratos libres, cuando la meditación no lo abrumaba, acudía a la iglesia a rezar. Un 2 de Noviembre, día de los Difuntos, vio pasar por el altar camino de la sacristía a un monje de la orden al cual no conocía, el fraile volvió, depositó el cáliz ante el altar, miró a los bancos de la iglesia, suspiró, recogió el cáliz y volvió a entrar en la sacristía de la iglesia… Salió y desapareció…

A Juan de Torres le sorprendió esta circunstancia, sobre todo porque el extraño ritual se repitió varias noches más y aquel fraile jamás decía misa. Consultando su duda ante el prior este le comentó que se comunicara con él y le ofreciera ayudarle en la misa. La noche siguiente se produjo nuevamente este extraño ritual del desconocido fraile y Juan de Torres se dirigió a él:” ¿Quiere su paternidad que le ayude en la misa?” y el fraile sólo respondió:”Leatificat juventutem mea” y prosiguió “Leatificat mortem mea”… Entonces el caballero comprendió que aquel fraile era un fantasma. Cuando dejó de decir la misa se dirigió a su sorprendido ayudante y le dijo:

– Gracias, hermano, por el gran favor que habéis hecho a mi alma. Yo soy fraile de este mismo convento, que por negligencia dejó de oficiar una misa de difuntos que me habían encargado, y habiéndome muerto sin cumplir aquélla obligación, Dios me había condenado a permanecer en el purgatorio hasta que satisficiera mi deuda. Pero nadie hasta ahora me ha querido ayudar a decir misa, aunque he estado viniendo a intentar decirla, durante todos los días de Noviembre, cada año, por espacio de más de un siglo… (Y con estas palabras agradecidas desapareció para siempre)

Curiosa aparición en un lugar mágico y destacado de la Sevilla más universal. Sin embargo nuestra primera parada oficial la realizaremos en extramuros, allá donde se marcaba la frontera de la Sevilla protegida de la otra Sevilla… De los márgenes amurallados de la ciudad al desaliento de la soledad del que se ha quedado fuera…