Mi testigo, Javier Colomer, me decía: “Hace unos años, mientras viajaba por la provincia de Sevilla y me dijeron que allí había una casa encantada. La curiosidad me llevó a investigar más a fondo y, finalmente, decidí visitar el lugar junto a un grupo de amigos a los pocos fines de semana. Se trataba de una mansión que estaba rodeada de árboles y que era difícil de ver. Pero como yo sabía dónde estaba de aquella primer ocasión, pues no tuve problemas, pero lo cierto es que, estando allí, había una sensación inquietante al ambiente”.

“Desde el momento en que pusimos un pie dentro de la casa, quedó claro que algo no estaba bien. Una extraña sensación daba aquel sitio, además parecía emanar como energía negativa, yo creo en esas cosas, como si saliera de las paredes, envolviéndonos en un escalofrío constante. Los pasillos oscuros y polvorientos daban aún más miedo y resonaban una especie de susurros ininteligibles. Un amigo llegó a ver unas sombras en ese mismo pasillo”.

“A medida que explorábamos las diferentes habitaciones, comenzamos a experimentar otros sucesos inexplicables como sentir pisadas, ventanas que se abrían solar, corrientes de aire frío que nos acariciaban, vamos que estábamos deseando salir de allí”.

“Mientras estábamos en el sótano, escuchamos pasos arrastrándose detrás de nosotros. Giramos rápidamente, solo para enfrentarnos a la oscuridad y al silencio. Sin embargo, el escalofrío en la columna vertebral dejaba claro que no estábamos solos. En otra ocasión, una de mis amigas afirmó haber visto una figura negra deslizándose por el pasillo, desvaneciéndose en la nada cuando intentamos acercarnos”.

“El punto culminante de nuestra experiencia ocurrió durante la noche, llegamos al atardecer, estaba la noche particularmente oscura. Nos encontrábamos en una de las habitaciones principales, tratando de capturar cualquier sonido paranormal con nuestras cámaras de los móviles. De repente, una opresión en el aire se apoderó de nosotros y pudimos distinguir una figura humana. Estaba vestida con ropas del siglo XIX. La vimos muy bien: rostro pálido con una sensación de tristeza y desesperación. Sus ojos vacíos nos miraban fijamente, como si buscara algo que ya había perdido hacía mucho tiempo. El terror nos invadió y tratamos de retroceder, pero nuestros pies parecían estar pegados al suelo. Entonces escuchamos un llanto desgarrador, lleno de angustia y sufrimiento. Conmovía muchísimo”.

Mi testigo proseguía recordando su experiencia: “La habitación se llenó de un viento helado y la figura desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejándonos en la oscuridad absoluta. El silencio era total”.

¿Qué hicisteis entonces? –pregunté.

“Después de ese encuentro decidimos que era hora de huir de allí. Nos apresuramos hacia la salida, tropezando y empujándonos. A medida que nos alejábamos de la casa pudimos sentir cómo la opresión y el miedo disminuían gradualmente. Nos miramos el uno al otro, tratando de asimilar lo que acabábamos de vivir”.

Ellos no lo sabían pero habían entrado en la llamada “Casa de la Luz”, en San Nicolás del Puerto, una casa que tiene fama de ser muy activa en temas paranormales y que, en su caso, se había dado de cara con el misterio que en su interior habita. En ocasiones –casi siempre- es bueno informarse de la historia de un lugar y no precipitarse pues un error en este tipo de lugares puede resultar fatal y provocar un accidente más allá del impacto de la experiencia que se puede llevar un testigo.